La Dame Blanche y su historia entre Cuba y París para conquistar el mundo: «Soy distinta a esos cubanos que se olvidan de los suyos y no les envían dinero»

La simpatía a flor de piel, los colores llamativos de sus atuendos y una autenticidad pocas veces vistas sobre los escenarios hacen de La Dame Blanche una artista distinta dentro de la escena musical mundial.

Pues ella, destreza y talento mediante, entrelaza sus nativas influencias afro-cubanas con beats de hip-hop, trap, reggae y reggaetón. Este proyecto musical de Yaite Ramos, tal es su nombre real, la coloca en escena como revelación del rap en habla hispana.

Reconocida como la hija de Jesús “Aguaje” Ramos, director artístico de la orquesta Buena Vista Social Club y sobrino de uno de Los Van Van, esta Cubana en París propone mixturas en cada paso: entre lo latino y lo urbano, la cumbia y el hip hop, lo aguerrido y sensual, las luces de un show y el fuego de una vela en un ritual.
Tras regresar a las tablas del planeta con varios shows en Europa, México y Estados Unidos este año, la artista se encuentra ahora presentando su quinto y nuevo álbum «Atómica», lanzado en 2023, el cual presenta en Buenos Aires este miércoles 20 de enero en Congo.

Unos días antes, cuando fueron aquellos días de lluvia intermitente en la gran ciudad, el encuentro con la genial cantante se produjo en un bar del barrio porteño de Palermo.

-¿Cómo vivís esta gira que estás emprendiendo por diferentes países del mundo?

-Vivo en Francia, pero antes de venir a Argentina nos dimos una vuelta por Colombia, luego regresé a casa, anduve por Bélgica y por Inglaterra.  Luego armé maletas para Buenos Aires. Mi vida es compatible con la carretera. Siempre soñé con hacer giras. Yo tuve una niña de muy joven y fue una felicidad muy grande salir a conquistar el mundo con, además, el desafío de ser madre.

-¿Cómo fue esa infancia en tu Cuba natal, junto a una familia de artistas?

-Yo me acuerdo cuando mi padre salías de viaje, era no más de una semana para regresar a la isla. Regresaba a mi casita de madera, siempre sonriente. Y el piano sonando. Porque apenas horas después de arribar se ponía a tocar boleros y cha cha cha, me llevaba al coro, era mi barrio candelero. No había carretera de cemento, era de tierra.

-¿En qué año te fuiste de la isla?

-Yo salí de Cuba en 1998. Solo podías salir del país si eras deportista o músico profesional. Era una época difícil en lo económico en la isla. Yo me hice músico y tenía que regresar. No quería ser de los que salen y aprovechan para no volver más. Después en París me embaracé y me quedé. Apenas llegada a Francia, enseguida logré comprarle un departamento a mi madre.

-¿Conseguiste trabajo en orquestas?

-Yo sabía leer partituras. No hablaba una palabra en francés, pero le di honor al diploma cubano. Ingresé a una orquesta de jazz y a otros grupos. Llevé mi mochila musical, colores, estilos y estilos me dieron la posibilidad de poder crecer. No solo como salsera, sonera y bolerista, sino dentro de otros géneros y con gente que me ayudó.

-Es que París es multicultural, con influencia de gente que llegó de Oriente Medio o África, lo mismo que sucede en Nueva York, ¿no te parece?

-Cualquier país del mundo cuenta con sellos musicales, en cualquier esquina de cualquier barrio. En París es muy fuerte lo afro, pero el aporte que uno pueda llevar siempre suma. En mi caso, llevando mis letras y mi flauta.

-¿Cuándo encontraste tu identidad musical con la que hoy recorrés el mundo?

-Lo creé bastante en silencio. Me costó trabajo expresarlo, porque era una cantante bolerista de jazz. Pero un día empecé a rimar, a estudiar, a tocar con un Dj scratchs, violonchelo. Era mi última carta. Era la número 17 del tarot, la que dice que tiene que funcionar. Así sucedió, me empezaron a creer.

-¿Pero quién fue el primero que te dio ánimo para que siguieras tu camino propio?

-Empecé a trabajar con el Hijo de la Cumbia, Emiliano Gómez. Él me insistía con el proyecto mío. Y cuando estaba trabajando con él me interesé en la música electrónica. Conocí a mi manager, todo fue sucediendo desde una necesidad y de una esperanza ligada a la espiritualidad, porque yo soy santera, una persona que homenajea a los espíritus, soy una santera y bruja, soy de la santería afrocubana. Difícil fue llegar hasta ahí con la música, un sacudón.

-Tu lengua es filosa a la hora de las letras de canciones, ¿cómo se explica que una mujer que salió de una familia tradicional de pronto se transforme en una contestataria?

-Francia me ayudó a darme más valor. En Europa encontré algo fantástico. La distancia entre tu y yo. Apareció la valentía de la mujer cubana. Por eso estaré aún soltera.

-En tu último trabajo discográfico hay mucho de flamenco dentro de las tantas mixturas musicales que proponés, ¿a qué se debe?

-Soy santera y espiritista, sale solo ese tipo de cosas. Creo que me atrapa esa “Lupe”. Me atrapa. Esas influencias me aparecen solas estando en Europa o con un tambor. Me transformo en esa gitana que fuma tabaco, que tira el tarot.

-¿Qué extrañás de Cuba?

-El olor a tabaco por la mañana, el ambiente. Somos coquetos los cubanos. Las vecinas saben con quién te fuiste y a qué horas saliste. También extraño lo religioso, los encuentros en las esquinas. Yo no puedo vivir sin Cuba.

.Cuándo regresás a ver a tu familia, ¿cantás frente a ellos?

-No puedo y no sé por qué. Pues en mi familia hay muchos artistas enormes. Me quedo chiquita al lado de los míos. Es que son muy buenos músicos y yo siempre fui una loquita, no me creían mucho. Mi tío, Mayito Rivera, es el hermano de mi madre y cantante de Los Van Van. Me dan mucho pudor y respeto. Aunque ahora me piden letras, va cambiando el panorama.

-¿Contás con una posición ideológica determinada respeto a las políticas de tu país de origen?

-No me gusta hablara mucho de ese tema porque siempre vuelvo a Cuba. Sin embargo, pareciera que se está dejando morir, está muy difícil la situación. El resumen está en la canción “Patria y vida”.

Yo nací con Castro, conocí a él como presidente. Había dos canales de televisión. Era Castro o Castro en todo mi crecimiento.

Sin embargo, pese a lo rígido del panorama, era un poco rebelde. Me portaba mal en clases, rompía la flauta, me trompeaba con los varones, pero el maestro me defendía, confiaba en mí.

A ver, yo perdí la virginidad muy tarde. Mis amigas pensaban que yo no era virgen. Pasa que yo era una caradura, una descarada, una mujer dura. Mi primer noviecito no podía creer que yo era virgen.

-¿Ibas a conciertos en Cuba?

-Iba a escuchar a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Sabía que tenía un plus y entonces lo fui por todo, desde cantar en cabarets a otros lugares. Había un plato que llenar en casa de mi familia. Aún me ocupo de ellos. Soy distinta a esos cubanos que se olvidan de los suyos. Hay cubanos que no le envía dinero a sus familias porque aluden que no quieren darle dinero al Estado, ¿por qué castigar a tu abuelita?, me pregunto. Los que están en Estados Unidos alegan eso. A pesar de que estoy de acuerdo políticamente con ellos, en este sentido que planteo estamos en veredas distintas.

-Para finalizar, ¿qué podés anticipar del show que ofrecerás en Buenos Aires en unos pocos días?

-Voy a regular los tiempos y hablar poco porque deseo tocar un poco de todos mis discos. Pienso seguir de lleno la lista de temas para aprovechar el tiempo por completo. Habrán invitados: integrantes del grupo Tercos, Sol Pereyra y El Indio Javi.  Lo que sí aseguro es que no va a faltar risas, tabaco y ron. Y estrenaré un pullover con una frase en mi pecho que dice lo siguiente: «Esta boca es difícil de callar».

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