Tailandia, conocido popularmente como «el país de la sonrisa», es una bomba cultural y visual inigualable, con sus budas gigantes, imponentes templos, canales, ferias flotantes, playas paradisíacas, poder culinario y músicas tradicionales con sonidos pacificadores

Tailandia es un país del sudeste asiático. Es famoso por sus playas tropicales, los opulentos palacios reales, las ruinas antiguas y los templos adornados con figuras de Buda. En Bangkok, la capital, un paisaje urbano ultramoderno se alza junto a las tranquilas comunidades a orillas de los canales y a los icónicos templos de Wat Arun, Wat Pho y el Templo del Buda de Esmeralda (Wat Phra Kaew). Entre los centros turísticos en las playas cercanas, se encuentran el desbordante Pattaya y el moderno Hua Hin.

Con su largo litoral (en verdad dos) y unas islas de corazón selvático fondeadas entre aguas azul celeste, Tailandia es la escapada tropical ideal tanto para los hedonistas como para los eremitas, tanto para los príncipes como para los mendigos. Su oferta lúdica es realmente variada: surf en Ko Lipe, tiburones ballena en Ko Tao, acantilados en Krabi, kiteboard en Hua Hin, fiesta en Ko Phi-Phi, spas en Ko Samui y ambiente playero por doquier.

Los relucientes templos y budas dorados enmarcan tanto los entornos rústicos como los modernos. Las ancestrales higueras de Bengala se visten ceremoniosamente con telas sagradas para honrar a los espíritus residentes, pequeños altares adornan y protegen desde los hogares más humildes hasta los grandes centros comerciales, y las guirnaldas en los salpicaderos de los vehículos salvaguardan a sus ocupantes de los accidentes de tráfico. Luego están los retiros de meditación de Chiang Mai, las fiestas religiosas del noreste, las cuevas-santuario de Kanchanaburi y Phetchaburi, y los templos cimeros del norte.

Tailandia es un país rico en cultura. En la antigüedad estaba repartido en varios reinos como el de Sukhothai, el Imperio Jemer, Lannathai o el de Ayutthaya. Este último se expandió hasta convertirse en la nación de Siam y dejó como herencia uno de los complejos arqueológicos más valiosos del país.

Entre las abarrotadas ciudades y los pueblos palpita un corazón rural de arrozales, selvas tropicales y aldeas achaparradas que se rigen por el reloj agrícola. En el norte, en medio de la fronda y el campo despuntan afiladas montañas azules con cascadas de aguas plateadas. Al sur, entre los cultivos se alzan escarpados peñones calizos cual rascacielos prehistóricos. Durante la estación de lluvias, el noreste (normalmente árido) deslumbra con los tonos esmeralda de los tiernos brotes del arroz que alfombran el territorio.

Por el lado culinario, alabada en todo el mundo, la cocina tailandesa refleja los aspectos fundamentales de la cultura del país: generosidad, calidez, frescura e informalidad. Los platos se elaboran con ingredientes autóctonos, desde el penetrante limoncillo y los ardientes chiles hasta el gustoso marisco, y combinan cuatro sabores básicos (picante, dulce, salado y agrio), todo ello disponible en los puestos de fideos de Bangkok, las marisquerías de Phuket y los tenderetes de cocina birmana de los mercados de Mae Sot, entre otros lugares. Los cursos de cocina revelan la sencillez y la historia de unas recetas a primera vista complicadas.

Cuando cae la noche, la ciudad de Bangok se transforma. Las calles se vacían para dejar paso a otros mundos donde se tejen historias secretas. Un nuevo desafío al que el curioso no renunciara, empujado por su instinto más básico: salir al encuentro. Siempre en esa búsqueda de retratar lo desconocido, lo que no se ve, o casi no puede verse. Como ejemplo, el “cheongsam”, (traje chino tradicional que lucen), bien podría trasladar a un garito clandestino de hace un siglo, en el Shanghái de la ley seca. Pero en el juego de mirar no hay ataduras, y fantaseando una pasión universal, más intensa y de ojos rasgados.

La imponente Bangkok

En Bangkok, como en toda Asia, se da una patada y sale un templo. Se da otra, y sale un mercado. Por eso es fácil aturdirse entre tantos estímulos y, por eso, he aquí los siete imprescindibles de una de las ciudades más fascinantes y caóticas del mundo.

Tomarse una copa en el piso 62 del hotel Lebua at State Tower, donde disfrutar de unas de las mejores vistas de la ciudad, es una experiencia que no hay que dejar pasar. Este hotel es famoso, entre otras razones, por la película “Hangover 2 (Resacón en Tailandia)”. No obstante, para todo aquel que no se pueda permitir este pequeño lujo, en Bangkok hay infinidad de lugares en los que disfrutar de la reconocida gastronomía tailandesa. Tan solo un apunte: mucho cuidado con el picante, aún cuando un plato indique que es “non spicy…”

No sucumbir a las compras en Bangkok es imposible puesto que hay mercados para todos los gustos: sobre el agua, nocturnos, de flores, de amuletos… Por nombrar alguno, el de Chatuchak, considerado como el más grande de Tailandia, el mercado nocturno de Patpong, entre falsificaciones y locales de dudosa reputación y el flotante Taling Chan, un pequeño y tradicional mercado en el que se respira la vida cotidiana de los tailandeses. Abre únicamente los fines de semana.

El Río de los Reyes, así se lo conoce al río Chao Phraya. Para recorrerlo y adentrarse por los canales, nada mejor que comprar un pasaje en una barca de popa larga para ver el contraste entre las dos orillas. En la parte oeste se pueden ver las modestas casas de madera instaladas sobre pilones en el agua, mientras que en la opuesta se ubican los grandes hoteles y modernos edificios.

Como no todo va a ser liturgia, un tradicional masaje tailandés es un imprescindible de Bangkok. Aunque por toda la ciudad existen infinidad de lugares que ofrecen masajes, la escuela Wat Pho, ubicada en el templo de mismo nombre, es la única que cuenta con la aprobación del gobierno tailandés.

Para moverse por Bangkok lo más divertido es subirse a un tuk-tuk, el medio de transporte más peculiar de Tailandia. Considerados un símbolo nacional, estos vehículos de tres ruedas sin taxímetro son la forma más común de desplazarse por la ciudad. Eso sí, es recomendable pactar el precio antes de ponerse en marcha.

Ver a un gigantesco Buda de 46 metros de largo y 15 de alto es una visión que difícilmente se puede olvidar. Esta majestuosa estatua recubierta de pan de oro ocupa casi todo el recinto del templo Wat Pho. Si sobra algo de tiempo, en la parte posterior de la estatua se puede llevar a cabo la tradicional ceremonia de la limosna.

Por otra parte, el Gran Palacio es un extenso complejo de edificios que fue hogar del rey de Tailandia hasta mediados del siglo XX y es una de las principales atracciones de Bangkok. El templo budista Wat Phra Kaew, considerado el más importante del país, acoge el principal ícono regligioso del pueblo tailandés: el Buda Esmeralda.

A unos cien kilómetros al sur de la capital tailandesa se halla un imponente mercado flotante, para muchos el más colorista del mundo. Las barcas apiñadas en los canales que rodean el templo de “Damnoen Saduak”, venden frutas y verduras, objetos de artesanía y recuerdos. Hay que llegar a primera hora de la mañana para vivir el mercado sin agobios ni tumultos.

Música tailandesa

Tailandia de acuerdo a su posición geografía se encuentra en el cruce de china e india, Con algunas rutas comerciales históricas de Persia, África, Grecia y Roma, Eso hace que su música (Instrumentos) sea tan variada, reflejando parte de la influencia de estas cultura tales como el El Klong Thap (กลองทับ) que es un tipo de tambor de origen persa, entre otros más.

Los dos estilos más populares de la música tradicional tailandesa son Luk Thung y Mor Lam; este último, en particular tiene una estrecha afinidad con la música de Laos.

La música clásica tailandesa surgieron en el centro real de Tailandia hace unos 800 años. Siendo profundamente influenciados por Khmer y aún más antiguamente de la India, La cuales son hoy expresiones únicas tailandesas. Los tres instrumentos mas importantes son: La Piphat, Khrueang sai, Mahori.

Estos difieren en aspectos significativos, todos ellos comparten una instrumentación básica, al igual que en el enfoque teórico. Marcar el ritmo, delinear la estructura rítmica básica. Visto en su formulación más básica, las orquestas clásicas tailandesas son muy similares a los camboyanos (Khmer).

Gran parte de los repertorios son de manera anónima, La mayor parte son transmitidos de manera oral y visual, Sin embargo hay varios compositores muy conocidos: Luang Pradit Phairau, Montri Tramote, King Prajatipok, King Bhumibol Adulyadej.

La música tailandesa es polifónica (Es un tipo de textura musical en la que suenan simultáneamente múltiples voces melódicas que son en gran medida independientes o imitativas entre sí, de importancia similar y ritmos diversos). Su métrica rítmica es constante en el tempo. La escala tailandesa consta de 8 tonos. La música clásica tailandesa simboliza comúnmente la danza de los dragones legendarios tailandeses.

Los instrumentos más utilizados son:

Khong wong: Cuenta con 18 gongs afinados (almohadillados) y es más pequeño y más agudo que el khong wong yai. Ambos instrumentos se tocan de la misma manera, el khong wong lek interpreta una variación más rápida y más vistosa en la melodía principal, con un menor uso de los acordes de dos notas. Principalmente, usado en música fúnebre.

 Khene : un órgano de boca de origen laosiano, cuyos tubos son, generalmente, hechos de bambú. Están conectados con un depósito pequeño de madera ahuecada, en el cual se sopla aire creando un sonido similar al del violín.

Klui: uno de los instrumentos de viento más comunes tailandeses. En losprimeros tiempos la khui fue hecha de bambú. La mayoría de instrumentos modernos estánhechos de madera dura. Después de cortar y vaciar, el instrumento se seca cuidadosamente con fuego. En el lado frontal, agujeros pequeños y redondos son perforados en fila sobre los que se colocan los dedos, levantándolos de los orificios crea diferentes tonos musicales parala flauta

Saw Sam Sai: violín compuesto por una cáscara de coco de forma triangular, un arco de marfil y tres cuerdas de seda; el rey Rama II era un virtuoso del saw sam sai, tan entusiasta que eximió a la plantación de cocos, ya que eran necesarios para su confección.

Ranart-ek: Xilófono tailandés. Cuenta con 22 barras de madera suspendidas por cuerdas sobre un canal en forma de barco resonador, y se toca con dos mazos. Se utiliza como un instrumento importante.

Como verán, Tailandia da para todo. Es un viaje de ida pero sin retorno, pues las emociones son tan altas que difícilmente uno pueda olvidar su paso por esas tierras con semejante cultura, imágenes y colores.

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