Rocambole, artista y decano universitario: “El  arte ha servido muchas veces como advertencia, hay circunstancias que se van solapando a través de la historia, y llegan con todo, pero a partir de una gran brecha que hubo desde la Revolución Industrial, cuando el capitalismo empezó a avanzar a pasos agigantados”

Por Lucia Salto.

Rocambole es un personaje de la literatura folletinesca del siglo XIX creado por Pierre Alexis Ponson du Terrail. De manera gótica fue un héroe de ficción moderna en novela de aventuras.  Ricardo “Mono” Cohen es artista plástico argentino, diseñador gráfico, serigrafista, dibujante y profesor de Bellas Artes; y como una especie de homenaje al personaje de literatura francesa, Ricardo se autodenomina Rocambole.

Fue uno de los fundadores de La Cofradía de la Flor Solar a finales de 1966, una agrupación de músicos, escritores, y distintos artistas que conformaron un movimiento independiente, libertario y verdaderamente auténtico de la ciudad de La Plata. Grandes desprendimientos de ese grupo formaron a su vez la emblemática banda de rock Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en la que Rocambole se ocupó de toda su estética gráfica.

“Rocambolesco” aluce al protagonista de la novela, sin embargo concuerda perfectamente con el extraordinario e inimaginable universo del “Mono” Cohen, que no solo produce una identidad visual única tanto para Los Redondos como para varios grupos venideros, sino que se encuentra viviendo distintas aventuras de manera cotidiana, y eso lo convierte sin lugar a duda en un personaje destacado en las páginas de la historia del rock nacional.

Rocambole es arte, diseño y contracultura. Y sostiene que el oficio no tendría que formar parte del mercado de producción. Según Cohen, los seres humanos comemos, trabajamos, nos reproducimos y morimos. Más allá de eso, lo único trascendente que se puede hacer es el arte.

Ricardo “Mono” Cohen, alias Rocambole es una mirada propia del mundo, en contra de todo lo establecido. Es pensar al universo de manera “rocambolesca”.

-¿Cómo estas en estos tiempos tan difíciles?

-Y, mira, todo es muy loco. Ya creo que no falta nada que no haya pasado.

-¿Cómo son tus días en este contexto pandémico?

-Lo que pasa es que para mí la cuarentena es la vida normal. Siempre estoy guardado, en realidad aproveché todo este tiempo para trabajar. Gracias a una de esas vueltas del destino, antes de la pandemia había adquirido una cantidad grande de material para trabajar, y en un momento dado me encontré que tenía que estar en el taller encerrado, con mi material.

De todas formas no es que yo me regodeo pensando que yo estoy bien y los demás no me importan. Para nada.

Se siente esa energía negativa propia de este contexto de pandemia, en donde hay  mucha angustia, dolor, y muchísima gente que la está pasando muy mal debido a este virus.

Por lo que no es que uno puede estar alegremente y chocho de la vida sino muy por el contrario. Hay una sensación muy fuerte de no saber qué va a pasar.

-¿Incertidumbre?

-Justamente, incertidumbre total.

“Todos tuvimos pantallas para olvidar. Una vez olvidadas, fue ya imposible, la posibilidad de experimentar esas sensaciones que nos daban la vida y que justificaban nuestra experiencia como humanos. La batalla de las pantallas”.

¡Eso es totalmente cierto y lo habíamos pronosticado! (Risas)- Ya habíamos dicho que se estaba planificando para la humanidad que solamente estuviéramos encerrados en casa comunicándonos  por pantallas. Porque es su negocio.

Toda esta situación hizo que las acciones de “empresasgigantescas.com” cumplan el propósito para lo que están destinadas: dominar el mundo.

Separarnos a todos, tenernos guardados, domesticados, nos envían todo lo que creen necesario que tenemos que saber a través de las pantallas. Y nosotros con nuestra realidad, la que vivíamos a través de nuestros sentidos hasta no hace tanto, no la vamos a poder percibir. Y ahora van a poder vender todos los artefactos que quieran hasta que realmente tengamos el chip, para que funcionemos directamente conectados.

-Desarrollo tecnológico. Ordalía…

-Sí, así es. Exactamente. El arte ha servido muchas veces de advertencia, hay ciertas circunstancias que se van solapando a través de la historia y vienen con todo, pero a partir de una gran brecha o bisagra que hubo desde la revolución industrial cuando el capitalismo empieza a avanzar a pasos cada vez más agigantados, su objetivo es bastante claro: Transformar todo en un valor simbólico que no tiene nada que ver con el precio, sino con el costo beneficio. Por ahí soy un poco tétrico con eso. (Risas).

La única salida que puedo ver es a través de aquellas personas un poco más sensibles, atentas, no diría lúcidas porque hoy en día no se sabe quién puede ser lúcido o no. Porque las pantallas nos velan toda la realidad. Yo todavía tengo alguna esperanza en aquellas personas que hacen cosas no por un beneficio inmediato ni un valor en moneda sino que la hacen por sensibilidad o porque quiere entregar al resto de la humanidad algo de su vida, motivación, espíritu.

-No solo percibir el mundo a través de lo pragmático en donde se nace, crece, reproduce y muere, ¿no?

-Tal cual. Yo todavía confío en esa idea romántica en la que la  humanidad tiene como una especie de destino en el universo, entonces creo que eso es lo que nos hace seguir viviendo. En una creencia o cierta trascendencia.  

Las religiones, filosofías, ciencias, y el arte han trabajado bastante a lo largo de la historia de la humanidad para de alguna manera construir esa idea tan simbólica de la trascendencia.

-Hablando de trascendencia. Hablemos de educación en el arte. ¿Por qué pensás que en la época de la infancia, en donde lo primero que se aprende es a dibujar, luego todo se olvida? ¿Cómo volverse irreverente a todo eso?

-Me parece que pasa porque se empieza a valorar todo aquello que tiene un beneficio o funcionalidad. Cuando un niño pide un consejo a sus padres sobre alguna carrera universitaria, la respuesta nunca va a ser alguna ciencia relacionada a las artes o el espíritu. Justamente por el concepto de capitalismo.

Entonces pienso que todo es educación, antiguamente y me remito a mí madre (risas…) se decía que cuando había una persona bien hablada, era “culta” o “bien educada”. Hoy en día ya no se puede decir eso, la educación está en un franco retroceso.

-Todo se reduce a emojis o ideogramas…

-Exacto. Otra vez volvimos al alfabeto de los fenicios o los jeroglíficos egipcios, que a veces son caritas o muñequitos haciendo algo, a lo mejor sea un impulso para ir hacia adelante. Tengo esa esperanza.

-Respecto a la imagen de Frida y León Trotsky en unas de las páginas de “Lo que quedó en el tintero”, justo en la página posterior hay un código QR. ¿Cómo logras esa impronta punk combinado con el progreso tecnológico que sigue avanzando?

-Yo siempre creí que las herramientas o instrumentos  no son desechables, solamente que hay que darles un buen uso. Yo sé muy bien que un revolver por ejemplo, puede ser para colgar en la pared como una especie de decoración, puede servir para hacer una revolución, puede servir para defenderse de un ataque, o también puede servir para matar a alguien, robarle, o lo que fuere.

Es solo una herramienta, pero el uso que se hace de dicha herramienta es la que la determina. Yo creo que el progreso tecnológico es imparable, porque hay un montón de gente que está siempre trabajando en crear instrumentos nuevos, lo que pasa es que hay que darles un uso adecuado. Si la herramienta se vuelve más importante que el que la usa, allí estamos en peligro.

-En esto se involucra mucho la política: el arte es política.

-Sin lugar a dudas. Pienso que todo es política, hagas lo que hagas, digas lo que digas.

 Y el ser humano es un ser político, la polis es el lugar donde se junta la ciudad, entonces todo lo que se hace en conjunto, en grupo, para mejorar o dominar, es política.

Desde el arte se hace política, en la política se hace frecuente el uso del lenguaje, uno cuando habla con un chofer de taxi, a veces se enfrasca en una discusión política.

Es una actividad humana, en realidad es una actividad admirable, lo que pasa es que cuando se usa como herramienta para el beneficio personal, ahí sonamos. La política tiene que ser un instrumental para el beneficio de todos, es la idea de colectivo, de juntarnos como especie, como seres, y juntos hacer cosas que nos beneficien.

-¿La idea es volver en una máquina del tiempo a esos sesenta o setenta, donde había todo un movimiento diferente, independiente, anarquista? ¿“Parva domus”?

-Así es, “Parva Domus”. Una sociedad de hombres ilustres, por lo menos ilustres entre ellos, se juntaban para pensar y repensar el mundo. En realidad yo lo cuento como una especie de fantástica aventura pero eran cosas que se dirían, de chicos.

En vez de jugar a los soldaditos, decidimos cuando éramos niños, imitar a los más viejos, y hacer una república, y entre nosotros tratar de ponernos cargos, y juntarnos a discutir como si fuera un congreso.

Fue interesante porque algunos de los que sobreviven a eso, sobre todo los amigos con los que me encuentro. Decimos que esa época siempre nos ha influenciado y nos siguen influenciando.

-Así como La Cofradía surgida en 1966 en pleno golpe militar de Onganía.

-Exactamente, fue como hacer una advertencia sobre lo que iba a pasar con el mundo, con el espíritu humano en las próximas décadas, creo que hasta ahora no fallamos.

-Realizaste mucha serigrafía en esa época.

-En esa época sobrevivíamos gracias a diversos talleres, algunos talleres se destacaban, entre ellos el de serigrafía. Donde hacíamos afiches para gente del teatro, música, los grupos independientes de teatro nos solicitaban afiches, muchos de ellos para pegar en las paredes. Hacíamos eso, hacíamos publicidad alternativa.

-¿Cómo fue ser un Director de Orquesta en La Cofradía, por fuera de la orquesta?

-Era ponerse al hombro mucha responsabilidad y llevaba su esfuerzo. Lo que pasa en un grupo, es que cuando uno se pone a trabajar activamente en algo y esto sucede en muchos grupos. Es como que los demás descansan en el que trabaja, entonces muchas veces hay que hacerse cargo de demasiadas cosas. Como yo siempre digo: ser jefe no es mandar sino es hacerse cargo. Y acá entra mucho lo que dijimos recién sobre la política, un político no es quien se tiene que aprovechar, sino es quien tiene que servir a la sociedad. Tiene que hacer todo lo posible para que su sociedad viva mejor, eso es una responsabilidad muy grande.

-¿Por qué te considerás realizador y no artista?

-Yo me quiero distanciar un poco de esa palabra porque ha estado muy manoseada. En algún momento el artista fue alguien que podía construir o realizar, o plasmar algo que otros no pudieran hacer, por su talento, capacidad técnica o incluso por su inteligencia. Luego esa palabra fue usada para muchas instancias, viendo muchos reportajes de gente que se autoproclama artista, me dije muchas veces: Yo no quiero ser así. Corto por lo sano, yo no quiero ser artista, sino quiero ser reconocido por aquello que sé hacer, o por lo que he hecho. Entonces como siempre estoy dibujando, me quiero definir más como dibujante que como artista u otra cosa.

-Te atraviesa mucho la historieta.

-¡Sí! La historieta es la madre de los chicos. Con la historieta yo aprendí a leer, escribir, dibujar y a pensar. Pienso que yo viví la época de oro de la historieta argentina, entre los años cincuenta, o fines de los cuarenta. Había muchos grandes talentos. En general los argentinos se distinguen por jugar bien al futbol. Y hace poco hemos tenido la infausta noticia del fallecimiento de Don Diego. Entonces en el mundo nos conocen por el futbol, sin embargo lo que mucha gente no sabe es que también nos reconocen por otras cosas, por ejemplo el dibujo.

Hay muy buenos dibujantes argentinos, y hay muchos colegas que trabajan desde hace rato para editoriales de afuera. Hay casos concretos como los de Horacio Altuna, Juan Gimenez, Luis Scafati, Carlos Alonso, el difunto maestro enrique Breccia.

-¿A quién admira Rocambole?

-Yo me la he pasado admirando, de hecho cuando empecé a dibujar, hablar, escribir y a leer historietas, me copiaba desesperadamente todo lo que veía.  Y más tarde admire mucho a Carlos Alonso. Para mi es el padre de los dibujantes argentinos, una persona a quien quisiera imitar a fondo. Pero hay jóvenes también, por ejemplo Santiago Pereira, un chico que vive en Entre Ríos y para mí, es uno de los mejores dibujantes que hay en la Argentina. Quizá él no debe saber que yo estoy diciendo esto porque lo conocí una vez en una muestra en la que él se acercó y me dejó un libro de él. Más tarde miré el libro y pensé: Pero este chico es un monstruo (risas), nunca más lo vi aunque  sé que está activo y dibuja mucho, y me parece uno de los más grandes. Ojala se entere de esto que estoy diciendo.

-Hay mucho rock en tu arte, desde el Blackboard Jungle.

-¡Sí! Una película traducida como Semilla de Maldad. Y a toda la generación de la época le paso lo mismo, en ese momento. En la adolescencia, la música que había era bastante comercial, o al estilo de Feliciano Brunelli, y después estaba el tango por supuesto que dominaba toda la cancha, había grandes talentos. Sin embargo no había una música que identificara a los jóvenes, y para nosotros el rock era algo exótico que indudablemente derivó del jazz y blues. Y muchos de los que nos interesamos con ese tipo de música nos transformamos en una especie de arqueólogos, buscando en qué película o en donde aparecía esa música. Entonces empezamos a ver películas de clase B, y allí fuimos descubriendo todo ese mundo.

Era época discos de pasta, y una vez que el rock entraba en las venas, es muy difícil desprenderse de eso. Bastante más tarde todo el movimiento en Inglaterra con Beatles, ahí recuperamos un poco el asunto. Quizá alguien viajaba al exterior y traía discos, era genial porque traía rock, siempre rock. Bueno, y acá hubo muchos jóvenes que empezaron a trasladar a ese género sus propias vivencias, entonces aparece el rock en castellano, más tarde el rock nacional y hoy en día ya no podemos negarlo como una música autentica de estas playas.

-La Cofradía de la Flor Solar era hippie, sin saberlo.

-Exactamente. Nos dimos cuenta de que éramos hippies cuando leímos un artículo del movimiento que sucedía en Inglaterra, ahí recién supimos que compartíamos las mismas características sin darnos cuenta. La Cofradía era un colectivo artístico en donde vivíamos todos juntos en una casa y habíamos empezado en el 66/67. Y aquí se conoce a los hippies a partir del año 68, después de las grandes huelgas de estudiantes en Francia, y un poco después con la guerra de Vietnam.

No teníamos nombres antes, en general nos decían “iracundos”, “desarrapados”, hasta “sucios”. Era un nombre muy común para designarnos.

-Los Redondos fue un desprendimiento, ¿no?

-Claro, por supuesto. Hay toda una herencia que no podemos descartar.

-Esa idea de que la única salvación para el hombre está en la mística

-Indudablemente. Lo dije porque en un momento en que la política era una cosa demasiado compleja. A estas playas llegaban ideologías de todo tipo desde la revolución cubana pasando por todas las situaciones del mundo. Aquí estaba la resistencia peronista porque Perón estaba en el exilio. Entonces había toda una mezcolanza de cosas, en medio de todo eso le dije a Miguel Cantilo: la única salvación está en la mística porque si no, no se entiende nada.

Nos juntábamos a meditar a la manera tibetana a ver si llegábamos a alguna conclusión, pero más tarde evolucionamos en otros sentidos. A mí me interesa muchísimo la meditación, me parece sumamente importante que uno reflexione acerca del mundo que observa, es importante hacerse preguntas. A mí no me convence una sociedad de jóvenes que no se cuestiones o interroguen las circunstancias que tienen que vivir.

Me parece que todas las cosas merecen un análisis. Sobre todo en este contexto tan cooptado por lo digital, es importante preguntarse si tarde o temprano nos vamos a convertirnos todos en digitales. Yo trato de reflexionar mucho, pero no desde ahora sino desde la época de La Cofradía de la Flor Solar. En la época de La Cofradía estábamos pensando acerca de la contaminación ambiental,  y el problema que significaba tirar todos los desperdicios en el mismo planeta y destruir todas sus posibilidades naturales.

-Premonición…

-Es que en ese momento empezábamos con una serie de reflexiones, indagábamos, y éramos testigos de un comienzo. Sin embargo, pienso que hoy en día no vale ser testigos, hay que hacer algo pronto porque si no, chau especie humana. Chau planeta.

-Un poco lo que se vive hoy.

-Es que sí, claramente. El planeta no es algo inerte, tiene ciertas válvulas que empiezan a estallar y todo se vuelve crítico. Yo no sé si estos virus serán una especie de sarampión del planeta.

Hay modos de entender la realidad: discursivo, lógico y visual. ¿Por qué?

-Porque tenemos varios sentidos, y todos esos sentidos conforman nuestra sensibilidad. Sensaciones de todo tipo, en nuestro cerebro existe un análisis del signo, el símbolo y en base a eso se ha creado el lenguaje. Entonces hay un modo de interpretar la realidad que es discursivo porque es a través del lenguaje, cuando somos adultos y pensamos en forma discursiva, pensamos con palabras.

Hay varios modos de pensamientos, te lo pueden decir los músicos que hay pensamientos auditivos, hay una manera de construir música en vez de palabras. Los músicos cuando ensayan se entienden con pensamientos musicales parecidos. La vista, interpreta los pensamientos a través de la ciencia de las imágenes. A través del dibujo, la representación y también con la no representación. Hay un modo de entender el mundo que es más rápido que el verbal, uno interpreta un mapa mucho más rápidamente que la explicación que le puedan dar acerca de un territorio. El arte utiliza herramientas que tienen que ver con el modo en cómo percibimos el mundo: con los sentidos.

-El arte trabaja sobre los temas densos del ser humano, ¿no?

-El amor, la locura y la muerte de Quiroga por ejemplo. El arte tiene la capacidad de penetrar hasta lo más profundo de nuestra alma. El arte es capaz de hacernos llorar, reír y conmovernos.

-¿Por qué te interesa la obra masiva como concepto, y no así la alineación?

-Me interesa porque para mí el arte tiene que ser colectivo o no es arte. Tiene que ser un derecho para todos, si hay algo que puede llegar a trabar eso como el copyright o el modo de grabación de hoy en día que es a través de internet y a lo mejor se apoderan del sonido o lo que fuere para luego lucrar con eso, no me parece. Yo prefiero el arte para todos, colectivo, reproducible, no el cuadro único colgado en una galería o en el rincón privado de un coleccionista multimillonario.

-“Censura de Criminal Mambo en el año 1076”. ¿Pasa algo parecido hoy?

-Tal vez no institucional. Pero los que manejan hacia dónde va el arte, aquellos que ganan mucho dinero con esas expresiones, lógicamente quieren dirigir el gusto popular hacia los gustos que sean más lucrativos. Incluso si aparece por ejemplo un músico que haga algo original que no se parezca a nada, si no vende lamentablemente las grandes discográficas hacen que no sean escuchado, o están los amigos del poder por ejemplo, que son más visibles. Por eso apoyo muchísimo los centros culturales independientes, que no son oficiales ni tienen subsidios, que lo hacen por amor al arte, a veces pasa que hay una vieja casa que alquilan unos cuantos a la manera de La Cofradía del La Flor Solar y hacen exposiciones, recitales, poesía, y esos lugares los he visto mucho más concurridos, obviamente en tiempos anteriores a la pandemia. Y esos lugares son más concurridos que a lo mejor, otros oficiales muy bien puestos, hay lugares impecables que están vacíos. Y pequeños lugares que por ahí no son tan impolutos pero están llenos de gente. Pero creo que eso depende de la acción que hagan los funcionarios y la actividad que tengan.

Un funcionario de cultura tendría que ir al lugar donde está el arte, y buscar esos sitios a lo mejor oscuros o subterráneos donde puede encontrarse el arte del futuro.

En realidad los funcionarios nacionales o provinciales esperan sentados en su oficina que venga alguien a ofrecerles alguna cosa para hacer, a mí no me parece eso. Me parece que los funcionarios tienen que investigar, explorar.

A mí me parece mucho mejor ver a un funcionario en un bar del arrabal que sentado en la oficina.

-Contracultural.

-Exactamente, la cultura del futuro se encuentra en esos lugares sórdidos, ocultos, pobres, y allí empiezan las grandes ideas. En pequeños reductos, enormes ideas.

-Y mucho anarquismo. Como en Oktubre.

-Sí, absolutamente. Bueno, esa tapa decantó por el hecho de que cuando nos reunimos con Skay, Poli, Indio Solari, y algunos otros amigos que frecuentaban el entorno ricotero para pensar ideas, era un ambiente en el que se generaba una especie de guión.

Como cuando en una película se plantea primero el libro de lo que va a ser la película. En mi caso, me encargué siempre de la parte estética para que combine luego con la música, la letra, lirica, y poesía.  Allí se juntaba todo y salía el disco. Y era como un cóctel.

-¿Libertad artística al servicio de la libertad?

-Tenés razón. Las libertades se unen, por supuesto. Si todos pudiéramos tener las mismas libertades y derechos, estaría todo vinculado a la misma manera.

-¿Qué es la pasión para Rocambole?

-Aquel látigo que une los elementos de una idea y la hace vibrar. Uno tiene una idea, herramientas y todo se va poniendo en un plano, tratando de diagramar como todos esos elementos pueden funcionar juntos pero a veces uno lo mira y piensa: a esto le falta algo. Y a veces ese algo es la pasión. Y lo que yo llamo un látigo aglomerado, que es lo que hace que se junten las cosas que tal vez no estén perfectamente hechas pero con ese latigazo de pasión, impactan. Para ese cóctel, hay que poner pasión.

-Como decano de Bellas Artes en La Plata, ¿qué sentís al ver la evolución de cada uno de tus estudiantes?

-Siempre es muy emotivo encontrarse con discípulos, lo que pasa es que uno va formando como una familia. Un interesante colectivo de gente que evoluciona con uno mismo, todos nos retroalimentamos. Una de las cosas más interesantes de la docencia es lo que uno aprende de los estudiantes.

-Rocambole, ¿cómo es posible aportar algo de luz a un periodo tan oscuro y lleno de incertidumbre como es este?

-Pienso que desde el arte, me parece que esta época es un gran oportunidad para ejercer la solidaridad, para darse cuenta que hay mucha desigualdad, y para tratar de ver cómo podemos cambiar eso, porque me parece que la desigualdad es muy trágica, incluso más que el virus. Las desigualdades aparecen inmediatamente ante cualquier crisis, y deseo profundamente que todos podamos alcanzar las mismas posibilidades. Este periodo te encontró creando. ¿Qué está creando el universo Rocambolesco? Yo he notado que me estoy volviendo completamente loco (risas). Estoy siendo asediado por fantasmas.

Esta soledad encerrado en mi taller, me encuentra produciendo cosas que me parecen demasiado fantasmales. Paso las noches rodeado de espectros, entonces en el momento en que pueda hacer una muestra, que ojalá sea pronto, se va a llamar: “Rocambole contra los fantasmas”. Y esto Lucía, esto es una primicia.

¿Luchás contra esos fantasmas?

-Y trato de exorcizarlos. Yo les hago los retratos y ellos me dejan en paz.

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