El grupo argentino Los Días En Marte se presenta en sociedad: “La grabación de canciones fue en un contexto de pandemia y la semana pasada recién tocamos juntos; o sea, tocamos por primera vez juntos después de grabar 25 temas por separado”

Tras la separación de Catupecu Machu y Cuentos Borgeanos, además de un año ciertamente incierto desde que llegó la pandemia mundial, el panorama para músicos de dichas agrupaciones que quedaron sin proyectos propios tuvo un haz de luz en el camino y nació una súper banda: Los Días En Marte. Se trata de un conjunto de rock y derivados conformado por talentosos como Javier Herrlein -teclados- y Agustín “El Búho” Rocino -bajo- (ex Catupecu), Lucas “El Gato” Hernández -batería-, Fernando Veivide -voz- y Mariano Galante –guitarra- (ex Cuentos Borgeanos, Abril Sosa y Aviadores).

El arte de tapa de la canción «California» es obra de Cartoonneros, un reconocido artista visual de street art.

Rompiendo barreras y unidos en un mismo planeta, su propio Marte, nació un manojo de canciones en época de cuarentena y distanciamiento social. Por lo pronto, están presentando un EP con cinco temas que conforman “Los Mundos”. Todo sucedió después de unos meses de envíos y transferencias de archivos para terminar seleccionando los tándem de canciones que irán presentando a la sociedad paulatinamente.

¿Cómo arrancó esta nueva página dentro del rock argentino? Toma la palabra el guitarrista Mariano: “Empezó la idea en febrero, cuando sabíamos que Cuentos Borgeanos llegaba a su fin, para el show despedida. Con Gato había buena onda, con Fer era sentarse y conversar e interesarse por idea, de manera online; con Javi enganchamos para los teclados y con Agus mucho no nos conocíamos. Después del show de despedida de Cuentos, yo pensaba ¿Se copará en grabar un tema Agus con el nuevo proyecto? Fue el Gato quién dijo de hablar con él”.

Nada detuvo el andar de esta agrupación casi hija de la pandemia. Agustín enseguida aceptó el desafío, incluso con la propuesta de no comandar la batería, tal como lo hizo en Catupecu de manera brillante. “Hacía 10 años que no tocaba el bajo. Una vez lo hice junto a Fantasmagoria. Primero se dio un vínculo humano, y enseguida también la música, con lo que todo se retroalimentó. Si no tenés afinidad y onda no sucede lo mismo”, señala Agustín “el Búho”. A lo que Mariano suma: “Es cierto eso, aunque una vez nos ha pasado con Cuentos Borgeanos. Estábamos en una plaza en 3 de febrero tocando. Gato y Abril se pelearon. Y el show no se notó”.

Hay quienes consideran que las coincidencias no son casuales, sino que propiamente hijas del destino. En el caso del Búho, todo cerró a la perfección de entrada: “Hice cuatro temas en la despedida de Cuentos y luego me llamó Gato y me contó la propuesta de la nueva banda. En el EP que estamos presentando hay una canción de mi autoría, aunque yo pienso que no está bueno decir que es de uno, sino porque todas las canciones son de todos en un proyecto”. Para el ahora bajista, claramente la manera de proyectar es entre todos, unidos bajo una misma causa. Mariano, por su parte, opina de la misma manera que su compañero. Y se refuerza el concepto en la manera que decidieron encarar la producción de los temas: “Son 25 canciones las que compusimos en total. De allí sacamos 10, y como armar un disco es muy largo de ahí elegimos cinco, que forman parte del primer EP. Se hizo una producción general encabezada por Agus y Javi, productores del trabajo. Todos aportamos algo, nos tiramos ideas, arreglos”.

Lo llamativo, quizás lo más sorprendente de todo, es lo inesperado que fue el contexto y la realidad a la que se sometieron los músicos, sin embargo salieron airosos y con experiencias insólitas: “La grabación fue en un contexto de pandemia y la semana pasada tocamos juntos por primera vez; o sea, tocamos juntos recién después de grabar 25 temas por separado”.

La pregunta sin gambeta es cómo lograron componer durante tantos meses, e inclusive grabar 25 canciones sin nunca antes estar todos juntos dentro de una sala de ensayo. El modus operandi adoptado fue crucial. “Nos manejamos con maquetas electrónicas. Primero se grabó la batería y luego los instrumentos. Primero aparecieron las ideas, la elección y la pre producción. Grabamos cada uno su parte y luego la mezcla. Lo llamativo, como dice Agus, es que nos juntamos a ensayar tras el disco, lo grabamos Después de meses sin tocar en conjunto con alguien la adrenalina era mucha. Supuestamente nos juntamos a ensayar y grabar luego para un video, pero como hubo un inconveniente, al final grabamos directamente lo que tocamos como ensayo y ya está mezclado. Irá apareciendo un tema por semana para videos en las redes sociales”, detalla Martín.

-¿Cómo eligieron el nombre de la banda?

Mariano: El nombre se dio por decantación a través de una situación personal de Fernando. Él pensó en un proyecto solista, pero no le cerró la idea de lanzarse con su nombre a secas, no le gustaba como quedaba. Entonces, cuando decidió el formato de banda, sucedieron dos cosas importantes: por un lado, él es fanático de la astronomía, y por otro, vivió una época con ataques de pánico y solía decir siempre ‘tengo mi cabeza como en Marte’. O sea, a través de un mal trago personal fue como apareció el nombre de grupo. Respecto al EP y de todo lo que queda por develar con el paso de los meses, “Los Mundos” es ya un anticipo variopinto sonoro del que se desprenden  experiencias personales de cada integrante desde el terreno sonoro a lo largo de cada trayectoria, además de dejar en manifiesto lo aceitados que llegaron los integrantes para desafíos diferentes a los habituales bajo otro régimen de vida. Agustín define la búsqueda: “La música que proponemos es heterogénea. Por ejemplo, la canción ‘El juego del tiempo’ fue una idea mía. Mariano trajo el riff de guitarra y Fer lo levantó en la batería; es que yo toco de una manera, y cada uno también de la suya y así se suma a la propuesta grupal”. A su vez, Mariano agrega: “Arrancamos la banda de un lugar al otro. No al revés, como suele suceder comúnmente. Si bien los temas son distintos, el concepto musical es claro, el resultado es la influencia de las bandas en las que tocamos antes, además de los grupos que nos gustan. Se trata de una propuesta musical con estética, hicimos en unos meses una carrera que a veces lleva años. Nosotros hacemos rock en tiempos de reggaetón, no es comercial lo que proponemos, no es la prioridad el mainstream, sino empezar a darnos a conocer. Vamos eligiendo variedad de a cinco canciones para lanzar, temas un poco más rockeros, o más dark, o más punk, o más suaves, es la suma. Primó hacer una música que nos identifica, sin pensar si va o no va respetando nuestras raíces”.

Tal como expresan los músicos de Los Días En Marte, las cinco primeras canciones giran a través de lo climático: momentos musicales más punzantes a más suaves. Las letras cuentan, también, con una fuerte impronta personal de cada autor, según el caso. “Reflejan expresiones personales, poéticas. No estamos atravesados por lo social. Son expresiones de las emociones que vamos viviendo. Apostamos a la universalidad: amor, vida, muerte, etc. No es nuestra idea reflejar cuestiones sociopolíticas. Eso lo vivimos días a día y ya sabemos de qué se trata porque las experiencias son reiterativas con el paso del tiempo y de los gobiernos”.

La aparición de Vanthra en escena para muchos dentro de los seguidores de Catupecu fue como un balde de agua fría, pues su líder Fernando Ruíz Díaz solo atinó a declarar que “había un parate” con su histórico conjunto. Según Agustín, no lo vivió de manera desconsolada: “No lo viví de manera conflictiva lo de dejar de tocar con Catupecu, porque en realidad fue un parate; yo estaba tocando además en proyectos como Maleboux junto a Macabre  y a su vez con Fantasmagoria. Lo qué puedo afirmarte es que uno no puede hacer un stop y dejar de tocar cuando lo que más te gusta en la vida es tocar”.

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