Home Reportajes NICOLA KOKOTE, DE LOS SÍQUICOS LITORALEÑOS: “SALIMOS A BUSCAR LOS HONGOS, NO LO OCULTAMOS, ES PARTE DE NUESTRA PSICODELIA”

NICOLA KOKOTE, DE LOS SÍQUICOS LITORALEÑOS: “SALIMOS A BUSCAR LOS HONGOS, NO LO OCULTAMOS, ES PARTE DE NUESTRA PSICODELIA”

NICOLA KOKOTE, DE LOS SÍQUICOS LITORALEÑOS: “SALIMOS A BUSCAR LOS HONGOS, NO LO OCULTAMOS, ES PARTE DE NUESTRA PSICODELIA”

Desde el mítico pueblo de Curuzú Cuatiá, en el corazón rural del NEA (Noreste Argentino), emergen los estrafalarios Síquicos Litoraleños, grupo pionero del chamamé psicodélico. Desde la limitación de la periferia han logrado un sonido de inusual autenticidad y son venerados por fanáticos alrededor del planeta, que los definen como “El Pink Floyd de los Pobres”. Por estos días se está emitiendo en el cine porteño Gaumont un interesante largometraje sobre la banda, “Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños”. El mismo se sumerge en la intimidad y costumbre de su zona, en su primera gira por su Corrientes natal, su paso por Buenos Aires y Europa. Otro enfoque importante es el retrato de la vanguardista escena musical que ellos iniciaron, y de la cual deciden permanecer afuera, planteando así un debate cultural lleno de chamamé, ovnis y cucumelos, que sus músicos afirman consumir. Temas como Cinta planetaria, Chipá Chirirí o Gran Carancho Guazú son parte del repertorio que refleja su vuelo sonoro, fuera de lo convencional. Conversamos con Nicola Kokote, uno de sus integrantes.

Por Sebastián Duarte

-Nicola, ¿cómo nació la idea de la película sobre los Síquicos Litoraleños?

-La idea no fue nuestra, sino del director, Alejandro Gallo Bermúdez, que vino un día con la propuesta de hacer algo. Como contraoferta o requisito, le pedimos si podía filmar algunos shows nuestros, ya que no teníamos registradas imágenes. Fue así como nos filmó en Buenos Aires, además de sumar lo que teníamos de Curuzú Cuatiá.

-Desde 2003, cuando arranca su historia artística, se mantienen al margen del mercado musical, desde la autogestión y la no importancia a la popularidad: van absolutamente a contramano, ¿se manejan así adrede?

-Yo creo que lo nuestro tiene que ver con la creatividad, nunca lo pensamos como algo para el mercado. Nunca idealizamos este tipo de cosas. Cuando empezamos a tocar nos dimos cuenta que lo nuestro no era convencional. Al principio intentamos hacer una banda de covers para juntar dinero, pero nos salían mal los covers, entonces redireccionamos.

-Encandilan luces… gira, principalmente, en torno a la región de ustedes: el Litoral argentino. En su afán para comprender la esencia de lo banda, refleja los usos y costumbres en Curuzú Cuatiá y aledaños, ¿creés que logra su cometido?

-Nos dimos cuenta que nos resultaba más introvertido hacer música sobre nuestro ambiente que por una colección de discos. Cumbia a tres cuadras de distancia era lo nuestro. Ya estábamos aburridos de tocar rock. Entre escuchar chamamé y cumbia distorsionada, desde ahí tomamos un sonido. “Una música que está buena para escucharla de lejos”, decía la gente, incluso en el documental. Teníamos ideas básicas pero no es que juntábamos conceptos. Estuvimos un tiempo en Buenos Aires. Notamos que allá las bandas porteñas se manejan más en base a discos. De alguna manera, la película logra el reflejo.

-¿Qué me podés decir acerca del chamamé y ustedes?

-Es que tenemos reminiscencias de chamamé. Hay cosas del chamamé en nuestra música, pero en la película lo exageran un poco. El chamamé psicodélico. Nosotros rompemos las lineas de bajos.

-En otra parte del largometraje, aparece la pieza de la pensión donde empezó la banda, ¿cómo nace el concepto de no mostrar por completo el rostro de ustedes arriba de los escenarios?

-Es cierto, arrancamos en una pensión, pero no es que no queremos mostrar nuestros rostros, sino que nos disfrazamos. Nos gusta tocar disfrazados. A veces aparecemos sin máscaras. Somos muy colgados. Lo divertido de disfrazarse es adquirir personajes que tienen que ver con el disfraz, no como autor.

Una escena de la película, donde ellos tocan arriba de un acoplado, en su gira correntina

-Lo colgado lo vinculo a la psicodelia y por ende a los alucinógenos. En el filme en cierto momento ustedes aparecen buscando hongos en los pastos del campo, ¿su efecto es parte de su creación musical?

-Nosotros salimos a buscar los hongos, no lo ocultamos; es parte de nuestra psicodelia. Ese trance nos abre la cabeza para una conexión telepática que tenemos cuando tocamos. A veces estamos 10 horas volando con un tema solo. Desde donde ensayamos, a diez cuadras hay hongos. También está el tema de los ovnis, que es una de las temáticas de la banda por muchos lados distintos. Una idea de la psicodelia captando extraterrestres. Hay un estudioso del tema en nuestro pueblo y él aseguraba que aparecieron extraterrestres justo donde ensayábamos nosotros.

-¿Cómo se da la conexión con el músico holandés Dick El Demasiado?

-Él fue uno de los primeros de afuera que nos vino a ver cuando teníamos apenas dos años de banda. Algunos de nosotros tocamos en su banda, Los Exagerados. Lo nuestro no lo emparente en el estilo musical suyo, pero sí en la libertad, el vuelo, en el más allá de las fórmulas. Dick toca cumbia lunática y a veces usa solo un cencerro. Nosotros como banda deformamos géneros sin intención. Solamente lo hacemos intencionalmente cuando nos damos cuenta que se parece a algo. Ninguno de nosotros sabe teoría musical. Pero podemos ir por otro lado. Lo nuestro es métoido intuitivo. A mí me gusta la música afro. Y a veces la intento hacer y me sale nada que ver, porque no soy instruido por académicos. Reconocemos los patrones más que los códigos musicales. ES posible que nuestra música sea más primitiva. Es que la psicodelia, la cumbia, lo afro funcionan así. Creamos melodías que se repiten y le agregamos experimentación encima.

-En el ambiente musical se los conoce como los “Pink Floyd de los pobres”, ¿les cabe esa definición?

-Ese mote fue un chiste entre nosotros y algún periodista de afuera lo tomó. Surgió de zapadas lisérgicas. Cuando se jodió un pedal utilizamos efectos como de una heladera, una licuadora, botellas. O bien dos frenos de bicicleta cuando a uno de nosotros se le rompieron las cuerdas y decidió sumarle esos frenos.

Curuzú Cuatiá, pueblo correntino del que Síquicos Litoraleños es oriundo

-En Buenos Aires se hizo conocida una banda que se llama Los Saltimbanquis, a la que se la emparenta con ustedes. Tengo entendido que ellos solían ir a sus recitales antes de formar su grupo, ¿es cierto?

-Cristian, uno de sus integrantes, era un personaje del pueblo. No existe rivalidad. Sí hubo un conflicto cuando ganaron un concurso con un tema nuestro y no nos avisaron. Aunque no fue un gran problema. El sonido de ellos es más cercano al rock

-Escuchando con atención su música, noto que las guitarras de ustedes tienen algo cercano al estilo chicha.

-Nos encantamos cuando nos enteramos de la existencia del estilo musical chicha, lo de su guitarra, la cumbia psicodélica. Yo te juro que aluciné. Esas guitarras fueron inspiración, eso poli-rítmico. A su vez no queríamos asegurarnos esa fórnula. Me encanta la chica, pero no deja de ser parte de un ghetto.

-En la película sobre ustedes, su estilo musical tiene una definición vinculada al chipá, típica comida de la región, ¿qué opinión tenés al respecto?

-Cuando hicimos nuestro primer vinilo fue a través de un sello yanqui. Lo de “chipaelia” lo mencionamos nosotros mismos de manera chistosa sobre un género musical, referenciando a una psicodelia del litoral. Es que la gente siempre quiere clasificar. “Chamamé Psicodélico”: si un chamamecero escucha esto de nuestras bocas viene y nos mata.

-¿Cómo fue la experiencia de llevar su músicia a Europa? ¿Qué repercusión tuvo?

-Nos fue bastante bien. Nuestros ritmos son movidos. Somos rítmicos y eso los atrajo mucho. Tenemos nuestros momentos de cuelgue en los shows. A veces a la gente la hacés bailar a cualquier cosa si sos rítmico. En Europa podés laburar un poco mejor el sonido. Aquí te bajan los planos y te complican. Allá nos dan más bolilla con el tema del sonido, quizás porque somos de otro lado. Te tratan como a un artista.

-Forman un conjunto musical sin gran difusión, ¿cómo fue que una vez apareció un video suyo en el programa “Peter Capusotto y sus Videos”?

-Fue a través de un amigo en común. Cristian es amigo de Diego, que programaba los videos. Fue nuestra única aparición en televisión en la historia.

-¿Viven de la música o tienen otras actividades para sobrevivir?

-Tratamos de viajar con todo pago cuando vamos a Europa. De esos viajes nos queda algo de dinero. Juntamos los euros para grabar. Uno de nosotros alambra campos, yo escribo guiones, doy talleres y clases. Somos medio gitanos. Por ejemplo ahora estoy en la Paz, Bolivia. Viajo continuamente cuando junto dinero. Recién en octubre vuelvo a Curuzú y después nos vamos 20 días a Europa, donde tocaremos casi todos los días, así producimos ingresos.

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