Por Jorge Daniel González.
Por la entrada principal de la casa hacia la izquierda, en una amplia sala de estar, una pintura con tres músicos en su máxima expresión, realizada por el artista plástico Koki Ruiz, observa detenidamente a Nelson “Pipino” Cuevas y a su familia: las formas de compartir momentos de charla, unión y cultura chamamecera, folklore argentino y paraguayo con una acústica que la paz de su hogar en Luque puede dar. La tranquilidad de estar rodeado de salud luego de recuperarse de Dengue (enfermedad transmitida por una clase de mosquitos) a comienzos de marzo, uno de los virus más importantes y menos mediáticos en tiempos, donde el Coronavirus recién tomaba vuelo por América del Sur. La paz de la familia presente que acompañó los sueños del ex futbolista de la Selección de Paraguay, jugador que se destacó en clubes como River Plate, Olimpia, Pachuca y América de México, quién jugó además en Brasil, China, España; jugador que nunca se alejó de su esencia musical que heredó de sus padres, de su madre Nidia Concepción Amarilla de Cuevas (conocida como Ña Tora) quién siempre tenía polcas a mano para bailar y pasar los encuentros familiares, jugador que se hizo con los pies en la pelota y con la guitarra en el corazón.
“Llegué a River cuando tenía 18 años, en el equipo de Ramón Díaz. Con esa edad, he tenido la oportunidad de cantarle a mis compañeros en los que se encontraban Sergio Berti, Marcelo Gallardo, Leonardo Astrada, entre muchos otros”. Pipino ganó en River cinco títulos, desenlace de un cuento que comenzó en Argentina luego del Sudamericano sub 20 de Tandil – Mar del Plata en el verano de 1999 que clasificó a la selección paraguaya al mundial de la categoría: luego de triunfar con su camiseta natal, su madre convenció al Presidente de River Plate a comprarlo, la misma mujer que con insistencia tiñó de cultura y raíz, la esencia de Nelson: “A mis padres le debo mi pasión por el chamamé y el folklore, pero por sobre todas las cosas, a mi madre, a quién nunca dejaba de transmitir nuestras canciones con algún chamamé o polquita paraguaya”.
Nelson ha formado un dúo musical con su esposa Alicia Ramírez Molina y ha recorrido escenarios de relevancia como el del 24° Festival del Chamamé en la provincia de Corrientes, Teatro de las Américas en el ciclo Folklore Joven y programas de televisión como Terere Jere y Pequeños Gigantes: “Con mi mujer Alicia cantamos siempre, pero lo hacemos como un pasatiempo y somos de armar algunas guitarreadas en épocas normales antes de la Pandemia. Es una forma de unirnos con amigos y crear momentos inolvidables donde nos piden que grabemos alguna vez un disco para compartir entre ellos, si es que no queremos difundirlo. Nosotros vivimos de otra cosa, y la música la hacemos con respeto, pero por diversión. Quizás la oportunidad de grabar, incorporar instrumentos y guardar ese sonido en estudio, lo hagamos en algún momento”.
Con ponchos puestos, guitarra en mano, y el acordeón de Rey Portillo, “Retorno” de Salvador Miqueri y Mario del Tránsito Cocomarola traen el chamamé argentino hasta cielo paraguayo que asciende con la polca “Reinita Mía” de Manuel Romero Villasanti: “El acordeón de Portillo es de los más importantes que tenemos en el Paraguay y es una bendición poder compartir la música con este maestro”.
La arpista Aldana Palacios ha motivado en Pipino aprender a tocar el arpa y recién, meses atrás, el arpa propia se hizo realidad de la mano de Oscar Maldonado: “Es un hombre que hace de los mejores instrumentos de Paraguay para el mundo y es un sueño poder tener una de sus creaciones”, obras de arte que han alcanzado Estados Unidos, Croacia, Suiza, Holanda y Japón.
Pero sus sueños también se asemejan a los recuerdos de su hogar, a la música y la virtud de compartir mesas y encuentros, como la tarde de canto que tuvo con la cantante Betty Figueredo: “Ella ha dejado alto al folklore paraguayo, es de las más grandes artistas que tenemos en el país y nos ha hecho feliz con su voz. Es mi ídola personal”. Isabel Beatriz Figueredo es una cantautora que ha cosechado éxitos desde su participación en el programa Así canta mi patria, Paisaje Guaraní y Canciones Inolvidables, formó parte del grupo “Mujeres que cantan la Guarania” “Ensamble, canto y vida”; ha sido conductora de radio y premiada por su aporte a la difusión del folklore paraguayo, con una actualidad como compositora.
Su pasión por la música lo llevó a ser una especie de manager-amigo para Tierra Adentro, uno de los grupos de folklore latinoamericano joven de raza guaraní más importantes de Paraguay, quiénes llevan siete años recorriendo el país ganándose el aplauso de los seguidores tras exitosos discos como “Revolución del Folklore” (2016), “Fiesta Paraguaya”(2019) y “Aguije”(2020): “Ellos son mis amigos y los he acompañado en su crecimiento, nos hemos ido de gira juntos y siempre he estado para darles una mano en el camino de estár andando. Tenerlos y escucharlos es asegurarse una verdadera fiesta”. En contraposición a la nueva oleada musical, Nelson enfatiza la experiencia de Los Orrego, orquesta típica con más de 80 años de trayectoria que jamás perdió la esencia desde su creación en 1932 de la mano de Ladislao Orrego, conjunto de elegancia, traje, violines, el bandoneón de su director José Félix Neneco Orrego y canciones tradicionales que Cuevas, además de convocarlos en una fiesta privada familiar, recomienda a todos los que aún no tuvieron la oportunidad de conocerlos: “Ellos son una eminencia en el folklore de nuestro país, su música a través de los años marcaron a cada paraguayo, los pude disfrutar y seguramente se vendrá algo de ellos con mi guitarra para las redes”.
Para Pipino, de las experiencias más emocionantes musicales que ha vivido entre todos los países que recorrió fue los que compartió con el santiagueño Peteco Carabajal y el guatemalteco Ricardo Arjona: “Alguna vez disfruté del show de Marco Antonio Solís y lo conocí ,pero de los momentos que más recuerdo fue peñando junto a Peteco Carabajal. Amo el folklore argentino como Jorge Cafrune y Los Chalchaleros y haber tocado chacareras con Peteco fue de las experiencias más lindas que viví, como la que tuve con Ricardo Arjona, quién también tuve la suerte de conocer, compartir música y descubrir a una persona simple y humilde”.
“A levantar la mano a la visera y a afinar mi guitarra, consagrando las trincheras de Nanawa, voy a cantar a 13 Tuyuti. Entre mucha sangre vino la victoria: el Regimiento 13 sonriendo; ahora ya puede decir la historia que no acabará la Raza Guaraní…”El tiempo de pandemia es un momento de concientización sobre los cuidados hacia los ciudadanos, de aprender sobre una nueva forma de convivencia hogareña, de rutinas renovadas y especialmente del color de la enseñanza en un mundo de hijos que incorporan conocimientos y visiones sociales de armonía y empatía; en tales términos Nelson y Alicia, han propuesto a sus niños Amapola, Enzo y Nelson Leonel, la sabiduría y respeto hacia la labor de los trabajadores de blanco, enfermeros y médicos, mediante la interpretación, en serenata familiar, de una de las obras más patrióticas del cancionero popular paraguayo, una polca epopéyica llamada “13 Tuyutí” del combatiente Emiliano R Fernández en letra, y música de Ramón Vargas Colman: “Señoras y señores, queridos compatriotas, hoy les queremos presentar una canción histórica y emotiva”, comentaron sus hijos y con su vestimenta blanca, no solo aprendieron sobre el caos mundial por la Pandemia sino, sobre una de las obras que simbolizan la historia de la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Paraguay y Bolivia, sobre la primera batalla de Nanawa, las trincheras y el campamento Fortín Nanawa llamada La Muralla Viva.
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