Por Jorge Daniel González.
Este dúo integrado por dos generaciones distintas, lejanas en el tiempo con una misma pasión a la cultura del Río de la Plata, que entre Uruguay y Argentina ha congeniado tras la esencia heredada, impulsada por las épocas doradas del tango de orquestas, músicos y cantores que hicieron del género una marca perdurable aceptada en el mundo, motivado por los sonidos de barrio, de cafetines, reuniones y milongas, por los valores de familia, con el respeto y la palabra como ley primera, ha aceptado la apuesta del destino de juntar a dos tangueros de alma bajo el nombre dúo Raza Tango, formado por Alfredo Sadi, de 82 años, y Santiago Muñiz, de 43, formación que tiene dos discos grabados (Raza Tango y Santiago Muñiz con las Guitarras de Alfredo Sadi) y que en épocas de cuarentena cumple 10 años de trayectoria, que será celebrado con un show Streaming el sábado 5 de septiembre desde Rodney Bar, de Capital Federal: “Por un lado, este formato brinda la oportunidad de poder generar, transmitir, estar en movimiento y mostrar lo que hacemos; sin este medio estaríamos atados de pies y manos. Este show tendrá cámaras HD lo que asegura que a la gente le va a llegar una buena definición y sonido, que es muy destacable. ¿Qué aporta? No hay otra alternativa de trabajo actualmente como para medirla. Será una de las cosas que llegan para quedarse, hay que adaptarse y sacar lo positivo a las circunstancias”, destaca el cantante Santiago Muñiz.
El guitarrista y cantante uruguayo de Villa Colón, Alfredo Sadi, motivado por su padre, quién le regaló su primera encordada, debutó en la radio a los 11 años en Diciembre de 1949 y fue el puntapié para tocar con el payador Pedro Medina. Comenzó su carrera profesionalmente con Antonio Tormo en 1955, acompañó a su ídolo Alberto Marino, Alfredo Zitarrosa, Jorge Casal, Roberto Goyeneche, Nelly Omar, Aníbal Troilo, entre muchos otros, formó parte del grupo rock-pop TNT con gran éxito, grabó dos discos con Horacio Ferrer y como solista “Recital de Tango Mayor”, “Gacho Gris”, “Alfredo Sadi canta las cuarenta” y “El tango llega al Cabildo”: “Es un eximio guitarrista de los pocos que quedan de esa camada de la vieja guardia, con su estilo vigente y la particularidad de haber sido protagonista de las épocas de oro; eso por un lado, y con lo que tiene que ver con la persona, supera todo: Alfredo es una persona de gran humildad, que siente una inmensa pasión por lo que hace, valora la amistad como primera herramienta en el ser humano. Eso a mí me hizo ser mejor persona porque estar 10 años al lado de un hombre que tiene esos valores, te lo transmite, inculca, y eso es lo que a uno lo marca para toda la vida. Después, a nivel artista, estar al lado de Alfredo, futbolísticamente hablando es como jugar con Maradona, a parte del reconocimiento y lo de lo quiere la gente, te hace ser parte de eso: entrar y subir a un escenario con Alfredo es la perfección en el acompañamiento a un cantor, es una orquesta de una guitarra, la luz del faro en el mar”.
Santiago Muñiz, nacido en Banfield, comenzó su carrera musical de la mano del saxofón, con estudios en el Conservatorio Julián Aguirre, participando de discos y giras con los grupos Los Tulipanes y Holy Piby, aunque la desgracia del robo de su instrumento desde su camarín, en etapas de prueba de sonido lo hizo abandonar el saxo para cerrar una ciclo y abrir las puertas al canto, inauguradas a partir del trío Los Soldados de Pugliese: “Éramos un trío del barrio de Banfield, con Martín Molina y Joaquín Apesteguía, con quienes estuve dos años y fueron ellos, los que me presentaron a Alfredo. Fue una etapa hermosísima porque fue mi primera experiencia como cantor que era mi sueño de chico. Yo venía del saxo, instrumento con el que me inicié y acompañó a lo largo de mi adolescencia, trabajé mucho con él, hasta que me lo roban en la prueba de sonido de un espectáculo desde el camarín, y ahí yo tomo la decisión de dejarlo para siempre y empezar a cantar. En ese momento aparecen Los Soldados de Pugliese, cuando tenía 30 años: fue volver a nacer en algo que tenía muy adentro, pero muy reciente, con mucha adrenalina, momentos lindos, descubrir una gran decisión, soltar y mostrar quién es uno, más cuando uno canta utilizando un instrumento de trasmisión fuerte. El tango es particular para transmitir porque es lo que tenés adentro: sino viviste o pasaron cosas en la vida, es imposible sentirlo y cantar tango”.
Durante su niñez, Santiago ha tenido un gran vinculo musical al tango gracias a su padre Raúl Alfonso Muñiz, ex presidente fallecido en 1998 del Club Atlético Banfield, amante del canto y la voz de Gardel y la música de Osvaldo Pugliese: “Mi viejo me mostró el camino relacionado con el tango aunque curiosamente nunca llegó a escucharme cantarlo. Cuando era chico, si en la radio sonaba Gardel, no volaba una mosca, y si llegabas a hablar, te miraba y era suficiente para hacer silencio porque en este momento ‘cantaba Gardel’. Era el ídolo de mi viejo y crecí con la idolatría hacia él, parte de un plano endiosado. También me llevó a ver a Pugliese varias veces hasta los 14 años: ‘Vení, escúchalo y con el tiempo dirás si te gusta o no, pero no te pierdas ésto que te va a alimentar con la música’. Mi relación con el tango también tiene que ver con la identidad de barrio, esa misma relación que cuando iba con él a la cancha a ver a Banfield. Esas son las pasiones que van quedando: el tango y los colores del barrio. Cuando la vida se llevó a mi viejo, cantar era continuar con todo eso que me había transmitido, es decir, seguir yendo a ver a Banfield y seguir con el tango. Hoy canto por él, que para mí, siempre está en la primera fila”.
Las dinámicas sociales, los cafés notables, el camarero con la servilleta en el antebrazo y el encendedor a mano, las paredes de madera oscura y las mesas de billar con el pizarrón, eran colores del folclore tanguero, que acompañaba los ámbitos donde naturalmente tenían raíces argentinas y del Río de Plata, reductos que han ido desapareciendo por ruidos y colores, excentricidades a la orden de la modernidad motivando a replantear sitios para que el tango siga teniendo lugar y vigencia: “La cuna del Tango tiene que ver con esos bares, donde se sentaban el malandra, el poeta, el gallego laburador, los vagos, mezcla de mucho respeto; con mi corta edad, tuve la suerte de conocer esos bares notables, reductos donde me siento cómodo e identificado aunque claramente se dejó de cuidar: el tiempo se los llevó puesto, las nuevas estructuras los han olvidado, y ahí es donde un poco queda relegado el tango de un lugar de identidad. Lo que puede llegar a suplir eso es una resistencia, la de la gente que se reinventa, lugares pequeños como peñas o milongas, sin embargo cuesta mucho más porque corrés de atrás, pero sin ninguna duda, los cafetines, los bares, los boliches con la foto de Gardel, con la bola de billar sonando haciendo carambola, la quiniela o carrera de caballos, es la gran pintura que pinta hermosa el tango”.
El tango en las últimas décadas se ha renovado sonoramente con fusiones rítmicas y colores rockeros, de pop, electrónica, cumbia entre otras manifestaciones musicales, por lo que Muñiz apoya a pesar de pertenecer a un sonido clásico del género: “El tango necesita alimentarse de todo lo que está sucediendo; si bien no deja de tener una raíz urbana, cotidiana, en la calle el tango es el amor, la noche, la bohemia: la misma temática del tango que sucede hoy en día, hay que saberla renovar a partir de los sonidos. Yo soy un tipo que me siento dentro del lado clásico histórico por el repertorio que manejo y el acompañamiento de guitarras pero creo que sin dudas al tango le hace bien empaparse de otros géneros mientras sea con calidad, respeto y se logre destacar su esencia”. La renovación del tango está en las nuevas generaciones, protagonistas de mantener el sonido tradicional: “Hay una nueva generación que volvió a agarrar la Bandera del Tango que hace mucho quedó recostada. Va a llevar un tiempo lograr un nivel de excelencia como la que tuvo la vieja guardia como las Orquestas de Troilo, Di Sarli, Salgán, Pugliese, mercadería para tirar al techo; lo mismo los cantores pero hoy, hay una generación de la que pertenezco que defendemos al tango, lo respetamos, lo queremos y somos los que estamos empujando porque somos los nuevos guerreros del tango”.
A pesar de la lucha por mantener la luz alta del género, el tango no alcanza a tener difusión masiva en los medios masivos de comunicación, como sí funciona la música latina, el reggaetón o el trap: “Creo que el tema pasa por una cuestión de globalización y consumo. Lamentablemente todo brilla a través de lo comercial: si vendes sirve, si no lo vendes no sirve; lo que ocurre es que es más certero apostar a algo más esquematizado, como el reggaetón con un sonido comercial y letrísticamente pobre, que no te deja nada. Desde el plano musical de la concepción es muy básico, pero bueno, es lo que vende y todo lo otro queda en segundo plano: la parte poética, que tenga una historia, lógica, fundamento, raíz, que se sienta identificación. En cuanto al folclore, en el interior se nota que tiene su fuerza, que las nuevas generaciones lo siguen eligiendo, que pueden escuchar lo que sea, sin ignorar sus raíces. Acá en Buenos Aires y en las grandes ciudades, por ahí se pierde. El tango quedó como más selecto para cierta gente, para menos cantidad pero eso no quiere decir que corra riesgo o no tenga crecimiento, sino que hay desventaja con los que son los aparatos; también todo se va decantando: así como llegó el reggaetón, también se va, y los pibes que también escuchan esas músicas, en el futuro ojalá tengan otra madurez para elegir estilos musicales que le dejen muchas más cosas porque la música es el canal más importante que una persona puede descubrir, para poder crecer e inspirarse, en fin, buscar placer, bienestar psicológico: la música toca todas las áreas, algo bien conceptuado”.
Los proyectos que truncó la cuarentena no han sido borrados completamente en un dúo que tiene viajes por cumplir y ejecutar ni bien el aislamiento social y la seguridad sanitaria mejore: “En primera medida, la idea es tratar de reflotar lo que estaba programado este año, que es presentar 10 años de Raza Tango en Montevideo, Buenos Aires y Medellín. Vendrán nuevos desafíos porque la vida del artista acostumbra a encontrar nuevas apuestas: hay remar mucho, y seguramente algunas ola vamos a enganchar que nos llevará a algún lugar”.
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