Eduardo Guajardo: “En el mercado del disco del folclore argentino siempre se ha dado una mirada etnomusical sobre la Patagonia, vinculada a un concepto de recreación de tehuelches y mapuches, después está la corriente migratoria y de pobladores”

Por Jorge Daniel González.

El autor, compositor e intérprete de música argentina, Eduardo Guajardo, de Río Turbio, tierra obrera industrial de la Provincia de Santa Cruz, Patagonia, está cumpliendo 40 años con la música; artista que tuvo sus primeros pasos musicales en la escuela primaria con los actos patrios en tiempos donde recién aparecía la televisión y el divertimento de la niñez andaba tras las páginas de Emilio Salgari, Julio Verne y las historietas clásicas; ganador como Solista Vocal Categoría A, en el Festival Juvenil Patagónico de folclore en Puerto San Julián a los doce años de edad (1979), creció con el paisaje en la piel, hijo de minero mendocino (falleció a los 25 años en un derrumbe de oficio en la Mina Número 3, cuando Eduardo tenía nueve meses), con composiciones propias desde los catorce años, con cuatro discos editados (Señales de vida -1997-,Una mirada al Sur -2000-,Un Grito de ida y vuelta -2004-,Cantares de la Lejura -2006-), con un nuevo material por ver la luz, con un libro en puerta, con el compromiso diario de aportar a la canción con fundamento, las inquietudes, explicaciones, expresiones de la tierra del sur, que tiene una mirada alejada de la popularidad con relación al resto del país.

“La cuestión para mí tiene dos aristas muy claras. Una es la que el mercado del disco del folclore argentino tiene sobre la Patagonia, y otra es la mirada que tiene la Patagonia sobre sí misma. Sólo decir siempre que la Patagonia tiene dos vertientes muy claras de música, una es la música originaria preexistente que tiene una data de 10 mil años. Date cuenta que estaban las Cuevas de las Manos del Río Pinturas, que son un poco las que detallan en mi provincia, esa cantidad de años de la existencia del hombre y del arte. Después está la Patagonia mestiza, como le llamo yo, que es la que fueron poblando diferentes corrientes, ya sea, en el caso de los hacendados ingleses que se expanden desde Malvinas, hacia el continente, los galeses que se afincan en Chubut, o en mi pueblo: italianos, españoles, croatas, grupos sociales inversionistas, aventureros, algunos sin arte ni parte, otros que hicieron atrocidades que conocemos de la historia de la región como La Matanza de los pueblos originarios, fusilamiento de obreros, etc, y con todas estas migraciones e inmigraciones, fueron construyendo nuevas tesituras, formas, descubrimientos y encuentros, con toda esa historia, con la que nos gusta y no nos gusta tanto, pero estas dos vertientes de la Patagonia son las dos piernas sobre las cuales se apoya la musicalidad que será, en definitiva, más temprano que tarde, la música más representativa de la región patagónica”.

El mercado musical y su identidad en la región es simple y banal en cuanto a la difusión en los medios de difusión ya que está situado en una posición entre lo turístico paisajístico y el entretenimiento: “En el mercado siempre se ha dado una mirada etnomusical, una mirada desde la música, más bien, vinculada a un concepto de recreación folclórica de pueblos originarios, llámese pueblos tehuelches o mapuches, entre otros, y después está toda la otra corriente migratoria y pobladora mencionada anteriormente acoplada también a uno de los trabajos más históricos de la Patagonia como la esquila, la zafra de la lana. Allí hay otro componente más, que es la comparsa de la esquila: son los esquiladores que venían de La Pampa, Corrientes, Uruguay, que hacían la zafra de tres meses: ellos traían su música, historia, literatura, formas de ser, y todo eso fue configurando una mezcla que sigue cocinándose sin prisa y sin pausa, a la cual obviamente, agregamos como recurso para crear una musicalidad y formas de hacer y decir con identidad patagónica”.

“La Patagonia no es el sur, es el asombro, es un desmadre de luz y todo el cielo, es el cobijo de los parias, los vencidos, el continente natural de los misterios” (Guajardo-Basurto). Para explicar el concepto comercial que tiene la Patagonia, Eduardo rescata dos de sus grandes obras: “La Patagonia es el asombro” y “Una Mirada al Sur”: “La mirada comercial de la Patagonia tiene una fotografía bastante amañada cierta, porque los paisajes son impresionantes. Tengo una milonga que es ‘La Patagonia es el Asombro’. Justamente yo, a pesar de ser un habitual recorredor de la región, no soy un tipo que haya sido liberado del asombro frente al paisaje y frente al hombre adentro del paisaje, entonces el hombre va construyendo, no solamente miradas desde lo paisajístico, sino desde lo humano – laboral, la fuerza por la cual han llegado muchos a la Patagonia. En ‘Una mirada al Sur’, yo arranco conjurando esta idea, no solamente desde la mirada comercial del turismo, sino desde la propia mirada de los patagónicos. Apenas ingresa la primera estrofa ‘Una mirada al sur, una mirada distinta, una mirada al sur sin antojos de turistas’, una mirada distinta porque uno suele ver a la región como exógena a nosotros, donde no tuvieron una responsabilidad sobre esos paisajes, sobre los recursos naturales, el agua, el petróleo y minerales varios que hay en abundancia”.

Hay una explicación por la elección de sus letras, la forma de componer, demasiado por cantar y decir para que el pueblo argentino escuche la historia y los sentimientos de un compositor que llega desde el sur, que con música argentina interpreta la esencia de la raíz y los paisajes: “Cuando digo ‘Si una guitarra desenreda los silencios, toda razón se hace canción y fundamento’ es porque tenemos aquí una especie de línea de trabajo en cuanto a la música de la perceptiva del trovador patagónico, donde alguna vez se generó un espacio que aún sigue sobreviviendo, que es el Canto Fundamento, que viene de la mano de lo que alguna vez Armando Tejada Gómez  gestó con ese grupo de brillantes voces y músicos como Matus, Francia, Mercedes Sosa, entre otros, la voz del manifiesto del nuevo cancionero, que le abrió la puerta a una canción que no tenía una presencia fuerte, en los momentos históricos en los que estamos hablando, que es la década del 60, entonces ahí nace a nivel continental, a partir del análisis del Manifiesto que escribe Armando, una nueva canción en el continente, una canción comprometida con el hombre, con el habitante, una canción con Fundamento”.

Con la profundidad de sus palabras y su objetivo como compositor en nuestra tierra, explica de una manera precisa las razones por la cuales el canto con fundamento no sea masivamente conocido y sí, otros géneros con contenidos simples sin un trabajo e idea desarrollados: “La respuesta es sencilla: Hay una necesidad de pauperizar el conocimiento, el gusto de moderar el paladar estético y la conciencia ética de los pueblos, nada más que por eso es que se difunden especies musicales que realmente son escasísimas en cuanto a nutrientes para el espíritu e intelecto del hombre, pero bueno, es una decisión que debemos tener como sociedad, como comunidad y humanidad de recuperar valores que nos hagan realmente seres humanos, recuperar la condición de seres sensibles con ternura, que no sea mala palabra la ternura, ser buena gente y ser honesto, todas esas cosas tienen ese caballo de Troya que es esa cultura de masas”.

Proyectos actuales

El 10 de julio se estrenó un videoclip colectivo llamado “Hacer de la vida un sueño”, canción grabada en cuarentena en el marco de los 40 años de “Contando y Cantando” de Eduardo, material en el cual se unieron colegas de todo el país para expresar un mensaje de esperanza en tiempos actuales. La producción artística fue de Guajardo con Víctor Hugo Cortez, la edición de audio y video por Martín Fuentes y participaron Laura Albarracín (C.A.B.A.),  Paula Ferre (Caseros, Buenos Aires), Analía Abat (Cochabamba, Bolivia), Victoria de Paolo (Castelar, Bs.As.), Gabriela Fernández (Junín, Mendoza), Ramiro Gonzalez (Cuesta Blanca, Valle de Punilla, Córdoba), Claudio Sosa (Pilar, Bs.As.), Franco Moscatti (Bombal , Santa Fe), Claudio Ghisio (Bigand, Santa Fe), Victor Hugo Cortez (Alicante, España), Alejandro Sicardi (Las Heras, Mendoza) y Ariel Manquipan (Esquel, Chubut): “Fue una idea de varias personas casi coincidiendo temporalmente. Comenzaron a pensar en esa canción en diferentes direcciones, pero Víctor Hugo Cortez, un querido compadre mendocino que vive en España, prolífico compositor, exquisito autor y cantante de Mendoza, me manda un mensaje por Whattsap sugiriéndome esa idea que le había surgido de hacer un video colectivo con esa canción, porque a él le parecía que podría funcionar en épocas donde la tristeza se apodera cotidianamente de los sensibles. Para mí fue un honor que pensaran en esa canción, y que todos los compañeros que fueron convocados estuvieran de acuerdo, y se hiciera esa producción, que más allá de las cuestiones técnicas porque no es lo que hay que valorar en estos tiempos porque estamos realmente haciendo lo que podemos con los recursos que tenemos, hay un enorme aporte en el sector artístico, que a pesar de ser uno de los más golpeados, y digo por no poder trabajar ni ingresar dinero por nuestro trabajo, sin embargo estamos desplegando una enorme creatividad y cantidad tremenda de acciones vinculadas a estar presentes y seguir vivos en el trillo de la canción y del arte llevando a través de internet, la posibilidad de salir de esa inercia difícil que nos provoca el encierro”.

Por su parte, Registros de Cultura, espacio discográfico para la difusión del arte popular, publicó el 31 de Julio los volúmenes I,II y III del disco llamado “Nuestras Voces”, donde artistas interpretan una canción a elección sin instrumentación. El compromiso de Guajardo fue único ya que compuso la canción “Miedo”, especialmente para esta edición: “Uno está todo el tiempo pensando en las circunstancias en que vivimos, en cómo sortear la tristeza, la frustración, el escaso dinero, todo eso que hace que uno esté todo el tiempo buscándole la vuelta, y además analizando el cotidiano existir de una humanidad que está, esta vez, sin fronteras, y desarmados frente a un enemigo invisible, que es lo que más miedo provoca. El miedo ingresa y es difícil convivir con eso. Cuando me llama Javier Chalup para ofrecerme a participar de este proyecto, lo primero que hago es agradecerle que me convide, porque hay mucha gente que quiero y admiro en este trabajo, y le consulto por una cuestión de forma, cómo es el concepto del disco, cuestión es que hacen que uno ingrese al proyecto como parte de un concepto general. Bueno, me cuenta con buen tino, que la intención es estar presente, darle salida a muchos cantores para que la gente reciba otra manera de escuchar la canción, a través de la voz limpia sin instrumentación,  más que el instrumento vocal como elemento de comunicación central, y bueno, la canción era a elección de cada uno”. A partir de ello, la pluma inquieta del compositor de Río Turbio, interpretó la consigna y compuso, a pos de la misión principal que tiene la música de llegar a los hogares en la actualidad: “Corté, me senté en la máquina, y me puse a escribir ese texto que mientras, lo iba escribiendo, lo iba cantando internamente. Habrán pasado 20 minutos que corté, lo grabé con el celular y se lo mandé. Al tiempo decidieron que esa canción llamada ‘Miedo’ abría el proyecto, que lejos de ser una canción timorata y miedosa, es una canción que hice para conspirar y conjugar contra el Miedo”.

Si el mundo hubiese rodado de forma natural, actualmente habría salido el nuevo disco de Eduardo llamado “Infinitos”, que a pesar de estar demorado, no deja de ser un proyecto firme como la edición de un libro que espera ser luz a corto plazo en el marco de los festejos por los 40 años de trayectoria: “Tengo un primer libro armado, bocetado y listo para empezar a debatir con editoriales que estaban en danza como para charlar, negociar y editar, todo en el marco del festejo de los 40 años en la canción. ‘Infinitos’ es un disco dedicado a mis hijos, Pablo, Tahiel y Catriel, artistas cada uno en su palo, a quienes quería agradecerles como dice la primera estrofa: ‘Discúlpeme la vida, las ausencias, perdónenme la falta de paciencia, la crisis, los errores, las dudas, los temores, lo poco que les di con mi canción’. Si bien es una canción de agradecimiento también es un pedido de disculpas por lo que, de alguna manera, no hice bien, porque esta tarea nos pone en lugares realmente complicados para ser papás normales”

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