Por Jorge Daniel González / Fotos: KVK.
“Hola, Soy Willy Crook. Me presento como un transportista, un pocero y aprovecharía para que me conozcan así, sin que estén contaminados de admiración, de críticas, o pre opiniones, aunque no me molesta para nada, me parece bien. Mi última novia, hace poco, cuando me conoció, no sabía nada de mi paso musical, había solo escuchado un disco mío y listo… Gracias (…y necesitamos bares…)”.
Para encontrarse con el ídolo actual hay que entender que tras su sombra, hay una vida caminada plenamente, ganó su destino siguiendo los impulsos. Desde sus andadas a caballo en Villa Gesell, sus primeros libros de García Lorca y Shakespeare gracias al tío Reyero, tuvo una pronta independencia, rozando el libertinaje que lo llevó a abandonar a sus padres Jorge e Isabella durante un año en Torremolinos, España, para emprender un viaje sin destino donde conoció la música, las drogas, con éxodos a dedo hasta Biscarrose, trabajó en la vendimia cerca de Bordeaux; fue heladero, fue preso, DJ, camarero, comió de la basura, robó supermercados en París para sobrevivir, durmió en la calle, en homeless, cuidando casas, fue emprendedor y perdedor de su propia productora, fue novio de bellas mujeres, padre de Nilo, que tuvo con Lorena de Castro, vivió en lugares donde solo su vivencia puede describir; conoció el reggae profundo, llegó a Marruecos por el regalo de un dealer gay enamorado, fue estudioso en el Liceo Naval y se salvó del Servicio Militar, fue músico argentino en Europa y llegó a ser telonero de James Brown; viajó a Buenos Aires, conoció a Diego Arnedo, recibió la propuesta para tocar en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: “¿Qué es eso, un grupo de música para chicos?”, comenta. Todo lo demás es la historia escrita donde Willy Crook, representante del funk argentino, que guarda consigo un currículum que lo marca como uno de los artistas más importantes del país.
“Cuando me fui de mi casa en España, sufrí hambre porque vivía épocas de la nada, comía cuando tenía suerte o por la bondad de los desconocidos, incluso de la basura en Francia, porque allá si un tomate tenía una manchita, la tiraban. Comí de la basura y lo digo sin la menor vergüenza. También robaba supermercados que eran una gran fuente de alimentos”. Hoy instalado en Once, Capital Federal, lleva una vida más ordenada, triunfante de halagos: “En este momento me gusta acá donde estoy, no tendría paciencia para mudarme porque tengo el culo pesado y en ningún lugar regalan nada; igual no tengo problemas de arraigo, pero por ahora acá tengo la banda, así que Once sería mi lugar ideal, encima un barrio tan groso que vieron que quedaba chico y le pusieron Once”.
“El nombre de Funky Torinos vino de unas gafas que me había visto Roberto Pettinato cuando nos hicimos amigos en Madrid. Eran unas gafas tipo Elvis cuyas patillas de metal asemejaban un volante de auto. Así fue que Petti dijo: ‘Qué gafas tan Funky Torinos’. Me quedó la palabra guardada en la mente y 10 años después, cuando tuve que armar un grupo, recurrí a ese nombre (Willy Crook, Memorias Improbables – 2017 Planeta).
Junto a su conjunto, el próximo 15 de agosto se presentará en vivo, vía streaming, por segunda vez desde comenzó la cuarentena, el 20 de Marzo de 2020, por lo que explica las diferencias entre conciertos: “En el primero, tuvimos el inconveniente de no poder estar juntos, cosas que superamos con ingenio y gran fraude. El concepto es el mismo, pero ya vamos más confianzudos. No me gusta la nueva forma de difundir música vía streaming, es muy frustrante, pero bueno, entiendo que incluso cuando recuperemos la vida normal, aunque ya no me acuerdo haber vivido de otra manera, creo que va a permanecer este sistema porque a mucha gente le va a satisfacer que le lleven el show a su sillón, a su sofá y no salir porque a cierta edad algunos se vuelven mañosos”, y en la comparación sobre las largas filas en los bancos porteños y la misma cantidad de gente en Uruguay viendo shows en vivo con las nuevas metodologías y protocolos, Willy explaya que “esta cuarentena es la que han resuelto los laboratorios y el gobierno que recomiendan tenernos en casa. Cuando se abra la cuarentena, el virus no se va a arrepentir y seguirá igual, solamente que estará contenido”.
Una de las grandes frases de la historia de Willy es la que confiesa: “Pasaba horas tocando sin destino fijo, cosa que recomiendo”, como consejo al momento de componer: “Creo que hay que estar libre de conceptos para encontrar algo nuevo, algo que te sorprenda a vos mismo. Cuando dije esa frase, fue un tiempo en que me estaba familiarizando con la música. Muchas veces, veo dónde van a parar mis dedos y si algo puede suceder, es una variante, pero lo concreto viene más de las ideas: por lo general, las ideas que tengo son del bajo. Tengo un bajo que primero grabo en el teléfono inmediatamente para que no pierda la esencia más que las notas, y después voy armando. Hay veces que me vienen temas completos, hasta con letra, todo compuesto en el estudio de mi cerebro, pero sí, estar atento a lo que va pasando”.
Es de los artistas que hay pasado por el desarrollo de crecimiento en los métodos de grabación, desde las tomas directas y de corrida, hasta los tiempos actuales donde varias tomas son seleccionadas para un resultado final: “La tecnología en la música tiene su gran virtud. Tengo acá en casa un Ableton Live, y lo uso como una porta estudio para grabar demos de cualquier manera; después los voy mejorando, pero así, trato de grabar inmediatamente así no sucede como cuando uno pierde las historias de los sueños, después cuando los contás ya no son tan sabrosos. El primer disco estaba en 16 canales igual que el segundo. A los 24 canales y a lo digital, tiene sus virtudes, es más fácil trabajar”.
Hablar de música desde los gustos de Willy, permite encontrar en la misma discoteca a Bob Dylan, Frank Sinatra, Pink Floyd, The Brand New Heavies, Kim Creason, Vinicius de Moraes, AC/DC, Caetano, rock argentino e internacional, y con tal sabiduría y gusto, Crook no concibe la popularidad de algunos géneros masivamente difundidos en los medios: “El reggaetón y el trap son de lo más mediático, digamos que ellos son como Dios: no existen, pero están en todos lados lamentablemente. Hay una decadencia de la población en cuanto a la cultura y el gusto por esos géneros que lo único que tratan es encajar, porque son parecidos. Vino una amiga que tiene ese gusto y le pedí que me muestre sobre esa música, y no encontraba uno que ni siquiera fuera peor que el otro: era tan igual que no podía criticar a uno en especial. ¡No se destacan ni para abajo! No es un género en que van a salir Bowies, Spinettas o Princes, nadie intenta destacar la idea, sino que el propósito es pertenecer a la máquina de hacer chorizos, un género muy frustrante. De todos modos, tengo un conflicto ético – moral porque en el fondo es música, y tampoco puedo ser tan vigilante. Lo que tiene de muy desagradable es que están en todos lados, me molesta la frecuencia y el volumen que lo escuchan. Muy bastardo, a parte es como un fanatismo absurdo, como el del fútbol que viene en el paquete, como en la política donde el fanatismo es digno de la ridiculez, pero en la música es bastante idiota porque te perdés de un montón de cosas que te pueden gustar. Mis músicos son de jazz, pero escuchan heavy metal o buenos exponentes del género”.
Su disco número 11, “Lotophagy”(2019) está nominado a Mejor Álbum Artista de Rock en los Premios Gardel 2020, y comparte terna, entre otros, con Valeria Lynch y Fabiana Cantilo: “No sé quién puede ganar, pero depende de la relación con CAPIF que tenga su empresa. Yo, que soy gente independiente, soy un náufrago alternativo, digamos, acostumbrado a los procesos de acomodo; igual supongo que estoy siendo paranoico y mal pensado, lo cual no es muy desubicado en este país. Los premios no son importantes hasta que te nominan, como cuando estuve nominado con Gillespi y no gané. Tampoco es que soy un tipo muy competitivo y no me emociona esto, pero quisiera ganar un premio para fanfarronear y molestar a todo el mundo y decirle: ‘Perdón, si no ganaste un Gardel, ¡no hablés!’, y cosas así. Ya me gané el premio FiFunk, así que con eso me doy por satisfecho”.
Durante los últimos años, la cultura como arte en Argentina ha sufrido descontentos, desencuentros, y el vínculo político ha desprotegido ese sector: “Buscar una respuesta en estos términos excede mis conocimientos, aunque espero que Cultura me pague el show que me debe hace un año, así, por ejemplo, le daría muy buena opinión sobre músicas y culturas en este contexto. ‘Viva la Argentina, viaje por el mundo’ pensaba en la época de la dictadura, un tiempo ideal para conocer el mundo e irse del país. Pasó lo mismo durante el macrismo: No era la dictadura, pero el macrismo fue la mejor banda tributo”.
En toda una vida de viajes, la experiencia encontraba a Willy y no al revés, y entre tantas historias, se dio el lujo de conocer a dos de los directores de cine más importantes de la historia: Roman Polanski y Pedro Almodóvar: “Lo de Polanski fue casual. Crucé palabras con él. Estaba con una chica alemana que me había dicho que le cuidara la casa, y sí, era una casa cuidable porque hasta tenía una perforación de agua, que eso en Ibiza nadie tenía: agua, electricidad ni nada, eran todas casas desperdigadas por el campo, y eso sí, tenía vidrios y cosas de lujo para el estilo de vida. Un día caen camiones con grupos electrógenos, muchísima gente, y me di cuenta que el dueño de la casa era Polanski, yo era su polizonte. También conocí a Almodóvar: yo pinchaba música en un bar en Madrid, un bar grande, casi una discoteca, con un estilo de pub; Ahí filman ‘Tacones Lejanos’. Cuando estaban rodando, el gerente me llamaba para ambientar. Tiempo después me pidieron que le grabara un casete de lo que ponía. Ahí conocí a Victoria Abril. ¡Oh Dios¡”.
En 2017 presentó su libro “Memorias Improbables”, una biografía que lo desnuda de anécdotas, pero también se puede descubrir un Willy Crook humilde que reconoce errores y malos hábitos, peleador, sobreviviente de la marginalidad mental que inclusive le brindó estadía en el Borda (neuropsiquiátrico en Buenos Aires), un muchacho libre y buen músico que abrazó a sus compañeros con sonrisa, un encuentro con fotos inéditas junto a amigos y familiares, una forma de incorporar y entender la fama y admiración por un artista único, aunque el sabor del final de la lectura, produce en el lector el sueño de una segunda parte: “Hay material para un segundo libro. Quedaron afuera muchos nombres famosos y vicios infames. Me quedaría uno donde faltan nombrar gente querida, pero también tengo un proyecto de hacer escribir a mis amigos un ‘Que lo cuenten como quieran’, que va a ser completamente falaz, falto a la verdad, pero va a ser muy entretenido sin dudas porque ya hice el experimento: Tres amigos que estuvieron en distintas circunstancias en los ochenta. Uno decía: ‘No, esa noche no viniste’, el otro: ‘No, esa noche te casaste’, y el tercero: ‘No, te atropelló un camión’. Voy a quedarme perplejo y no voy a poder negar nada, ni discutir nada. Pero a dos o tres les voy a encargar el trabajo, personas que tienen ideas diferentes de sucesos que la memoria modifica”.
Su vida artística, entre el saxo, la guitarra y la composición, es memorable porque fue parte de la historia del rock argentino por su participación en Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota, Sumo, Los Abuelos de la Nada, Charly García, Riff, Lions in Love, entre muchos otros, y a pesar de tener una trayectoria de quince años con proyecto propio, medios gráficos, radiales y televisivos aún lo mencionan como un “ex” de alguien y no, como el creador de Funky Torinos: “ Durante mucho tiempo me molestaba ser el ex siempre y tuve que hacer bastante quilombo, enojarme mucho porque no era el propósito: si la gente esperaba en un principio de mi música, en mi show, una feta de Patricio Rey, se equivocaron. Después se me pasó, en un momento dado decidí ser feliz en vez de tener razón, así que digan lo que quieran; a esta altura ya saben que no hay nada de eso, si hubiese tocado un par de temas de ellos, seguramente me hubiera ido mejor, pero no era la idea, eso ya está hecho, y yo hice lo mío y ésta es la historia”.
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