Por *Leonardo Bruno
La banda liderada por Jon Bon Jovi había ingresado a la década de los 90 renovada y con firmeza. Luego de un pequeño parate (que incluyó álbumes solistas de Jon y Richie Sambora) tenían un desafío importante: regresar triunfalmente luego de reinar en los 80. Pero sin duda alguna, no les costó demasiado, puesto que lo consiguieron con creces con su álbum ‘»Keep The Faith’» en 1992, y además con «Cross Road», su obra recopilatoria fascinante, del año 1994.
Sin embargo, lo más costoso dentro la industria de la música siempre es (y fue) sostenerse en la cúspide, una vez que se alcanzó. Y, en ese sentido, la banda de New Jersey debía afrontar una tarea compleja: de sostenerse se trataba.
Para remontarse a aquel entonces, tenemos que situarnos en aquel momento: pleno auge del grunge y el rock alternativo, levantando bandera: o sea, movimientos que poco y nada tenían que ver con el hair metal ochentoso de B.J. y su esencia.
A todo esto, la estructura del grupo sufría el despido de uno de sus integrantes originales: a raíz de su escaso compromiso, principalmente sus problemas con el alcoholismo y un bajo nivel de su performance en los shows en vivo, el bajista Alec John Such fue expulsado por el líder de la banda. Su reemplazo (no oficialmente) fue Hugh McDonald, quien ya había grabado el bajo de «Runaway», el primer registro oficial de la agrupación en 1983, cuando aún se estaba gestando el proyecto musical de manera seria.
Pero retornando a la temática de sostenerse en el tiempo, y tras el éxito cosechado, ni corto ni perezoso, Jon comenzó a escribir con esmero canciones para el siguiente álbum, a principios de 1994. Después se reunió con su eterno co-equiper Richie Sambora (guitarrista y principal compositor de B.J., junto a su líder) para analizar puntillosamente el nuevo proceso de creación.
Hubo rumores muy fuertes sobre la orientación «alternative rock» de las nuevas canciones, «Bon Jovi se vuelve Grunge» rezaban algunos titulares de la prensa, en base a las nuevas composiciones, y, aunque esto se desestimó por la banda, cabe resaltar como dato -casi revelador-, que sí, algo de eso hubo.
Como dato fehaciente, se puede rastrear en la plataforma de YouTube las maquetas del álbum. Como fuese, el álbum no está teñido por el sonido surgido en Seattle, pero sí podemos afirmar que «These days» fue un disco pletórico de canciones melancólicas, o el álbum «maduro» de la agrupación.
Como sucedió anteriormente con «Keep The Faith», el nuevo disco modificó ligeramente la propuesta original de la banda, para encajar adecuadamente en el panorama de aquellos días, dominado por el rock alternativo, tal como ya lo mencionamos. El disco vio la luz el 12de junio en Japón, el 19 del mismo mes en Europa y el 27 en el resto del mundo. La producción estuvo a cargo de Peter Collins, quien anteriormente trabajó, nada más y nada menos, algunos artistas de renombre como Rush y Alice Cooper, por citar tan solo a algunos.
Precisamente por estos días se cumplen tres décadas desde que apareció en bateas esta gran obra musical.
La obra por dentro
El inicio con «Hey God» marca no solo potencia (atenuada), sino también un relato desgarrador sobre el sufrimiento humano y la injusticia que se ve reflejada en entornos marginales. Este comienzo indica mucho sobre lo que transcurre más adelante.
El primer single del álbum fue «This Ain’t Love Song» que, a pesar de ser una «ballad blues», una típica característica de la banda, justamente dicta abandono y se aboca al final del amor: «Esto no es una canción de amor», reza. Sobre la interpretación cabe destacar que incluye guitarras lloronas y voces desgarradoras.
Por otra parte, imposible no hablar del tema que da título al disco, que reflexiona sobre la vida en los años 90, en donde todo parecía perder brillo y esperanza, con referencias sociales, la lucha por sobrevivir y la pérdida de la inocencia. Sin duda, una premonición sobre lo que vivimos en la actualidad, aunque haya sucedido hace tres décadas.
Si proseguimos en su análisis, luego se suceden tracks como el enérgico «Damned», que aborda temas como la infidelidad y el arrepentimiento; «My Guitar Lies Bleeding in My Arms», en la cual el «maestro» Sambora hace «sangrar» -casi literalmente- a su guitarra y un Jon que, por su parte, deja su piel casi al desnudo en el final a través de otro trallazo, melancólico y muy sentido. ¿Otra canción para destacar? «Hearts Breakin Even», clásica balada con el corazón mutilado y con melodías exquisitas.
Si nos remontamos al tiempo, la edición europea del álbum contaba con el magistral «Bitter Wine»’ (el «Wild Horses» de Bon Jovi), mientras que la latinoamericana contó (yo cuenta) con «Como Yo Nadie te ha Amado», versión en español del primer single del álbum, que gozó con difusión masiva en nuestro país.
Lo cierto es que la banda por primera vez tuvo más éxito afuera de Estados Unidos, su cuna. El mayor ejemplo existió en Europa, donde cosechó el número uno en las listas de ocho países.
En su momento, «These days» fue un disco tildado de «demasiado blando» por fans del sonido más añejo de la banda. Y, en paralelo, contó con críticas ambiguas por la prensa especializada. Pese a todo eso, cosechó muchísima consideración con el paso de los años, convirtiéndose, en definitiva, en el álbum melancólico del grupo, con la que la banda cerró la primera mitad de su historia.
A título personal, este cronista puede aseverar que álbumes como «These days» serían altamente necesarios en tiempos tan opacos, a nivel musical, como los actuales.
*IG: @leobrusummer
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