El martes pasado, el Rodney bar de Chacarita cumplió cuarenta años y su actual dueño, Harry Igualador, homenajeó a quien hizo famoso ese espacio a principio de los ‘90 con la canción “El bar de la calle Rodney”: La Portuaria. Por tal motivo, el grupo liderado por Diego Frenkel fue invitado a tocar en dicha celebración y, además, a partir de ahora el escenario lleva el nombre del cantautor y el living del legendario reducto, el de la emblemática banda.
“El bar de la calle Rodney” es el segundo tema que forma parte, a su vez, del segundo álbum de estudio de la banda llamado “Escenas de la vida amorosa” grabado y editado en el año 1991, y con el cual consiguió gran repercusión.
Sobre la letra y el videoclip, de gran rotación en aquella época, puede contarse que sin duda lleva a entrar al enigmático bar de la calle Rodney. Asimismo, la letra describe cómo es la vivencia de un grupo de hombres que «saben perder el tiempo» en ese espacio que suena a un acorde sostenido de refugio caluroso de identidades. El color blanco y negro, que adoptan por momentos las imágenes del interior del bar en el video, acompaña ese no- tiempo que habita en la atmósfera del bar.
Respecto al evento del martes pasado, que se vio colmado de habitués y de fanáticos de la banda de rock, Diego Frenkel compartió su experiencia con MDM.
-Diego, ¿con qué sensación te quedás de lo vivido el martes por la noche?
-La verdad, no sabía que me iba a emocionar tanto ante los neones, los nombres de nosotros puestos ahí y un público fervoroso. En realidad no sabíamos que íbamos a tocar. Se habló de la posibilidad pero no era concreto. Incluso Fernando Samalea no pudo asistir y entonces terminó tocando la batería nuestro manager, Martín Paladino, que muy bien lo hace.
-¿Qué recuerdos conservás de aquella época de cuando escribiste la canción?
-La primera vez que fui a ese bar no era el que se transformó después, no era un bar de rock. Era singular, anclado al lado del cementerio de Chacarita. Pasaron muchos años para que se convirtiera en un bar de rock. Antes el bar y su entorno le daban su carácter propio.
-¿Cómo fue que llegaste al Rodney por primera vez? ¿Acaso vivías en la zona?
-Sí, justo vivía en la zona, tenía una conexión muy fuerte con esas calles, con ese barrio por entonces. De alguna manera, la letra del tema ese fiel reflejo de una parte de Buenos Aires que tuvo mucha importancia en una época de mi vida. De pronto, la canción se hizo más famosa que el bar en aquellos años.
-Por aquel entonces, frente al bar y en la vereda que da al cementerio había numerosas trabajadoras sexuales en el marco de su oficio; es notorio el cambio de la zona en la actualidad, ¿no?
-Fueron cambiando de zona las chicas. Era más barrial. Te hablo de fines de 1989 y principio de los ’90. Ese borde igualmente tiene algo único, el cementerio le pone algo de esoterismo inevitable. El bar en esa zona es muy fuerte dentro de esa parte de Chacarita.
-¿Volviste a ir al bar cuando se transformó en un lugar de rock? ¿Qué sentiste con el cambio?
-Cambió la zona. Por ejemplo La Isla, una zona que forma parte de Chacarita probablemente haya cambiado un montón, haya crecido. Claro que volví, de hecho allí estuvimos con David Byrne, ya había cambiado la noche de cuando íbamos con Christian Basso al lugar. A ver, el bar se posicionó como lugar cultural histórico. Y lo destacado es que sigue vivo y siendo under. Cambió varias veces de dueños, pero sigue en pie.
-¿Cómo recibiste la noticia de que en vida llevaría tu nombre un escenario? Es poco frecuente porque por lo general sucede cuando el artista ya no está
-Lo tomé como agradecimiento. No me pareció exagerado porque es un reconocimiento y hay que ser agradecido con los reconocimientos, valorarlos. Nosotros tocamos, nos quedamos un rato y luego me fui.
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