Mayo de 1999. Nadie lo podía creer. El Diego arriba del escenario con Los Piojos. Ni los propios músicos de la banda de El Palomar lo podían creer. Andrés Ciro Martínez, el carismático vocalista, se quedó sin palabras, producto de la emoción sobrecargada. Es que no imaginaban que Maradona iba a cumplir con su promesa de visitarlos el fin de semana en Obras Sanitarias.
Todo comenzó 15 días antes, cuando Andrés iba caminando por la calle y se topó con su ídolo, el futbolista más grande de la historia del fútbol. Abrazo de por medio, Diego le agradeció al cantante el tema “Maradona” que la banda le dedicó en “Tercer Arco”, la placa con que Los Piojos llegó a la popularidad y se transformó en la banda con mayor cantidad de fanáticos detrás de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Después de los elogios recibidos por parte del astro del fútbol, Andrés no pudo limitar la necesidad de elogiarlo por todas las alegrías brindadas por el futbolista para con él y todo un pueblo. Acto seguido, Diego le suplicó: “La próxima vez que toquen, por favor avísenme, que voy a ir a verlos”. Se pasaron los teléfonos y cada uno retomó su camino.
Andrés no sabía si llamarlo o no, lo empañaba la vergüenza para comunicarse. Lo cierto fue que se acercaban shows en Obras Sanitarias y era la excusa perfecta para comunicarse con él e invitarlo: el rey del fútbol en el templo del rock. Lo llamó, pero deseperanzado de que apareciese en el concierto.
Fue así como llegó el sábado. A las ocho de la noche sonó el teléfono de un asistente del grupo y del otro lado era Diego, quien dijo: “Voy para allá, ¿todo bien?”. Y así sucedió. Arribó al estadio cuando el concierto empezaba. Y de pronto llegó la canción homenaje al ex campeón mundial. En ese momento Andrés le habló al público: “Maradona me pidió subir y aquí está”. Cuando apareció en escena sobre el escenarios, el estadio casi se vino abajo producto del festejo y euforia de la gente, las 6000 personas coreaban su nombre al unísono sin cesar. Fue una fiesta. Maradona saludó levantando sus brazos, hizo unos jueguitos con una pelota y se fue. Pero un rato después, justo cuando se iba a producir un corte en el espectáculo, Martínez expresó: “Maradona me pidió volver”. Diego se acercó al cantante y le obsequió los últimos botines que utilizó en una cancha de fútbol. “Le quiero dar algo a Ciro, no es una camiseta pero son los últimos botines que usé. Esto es de parte mía y de toda mi familia. Dalma y Gianina, que son lo que más quiero en el mundo”. Ciro se emocionó y no pudo contener las lágrimas. Luego el ex futbolista mostró a la gente su tatuaje del Che Guevara, que lucía en uno de sus brazos.
Casi hacia el final, cuando las tribus fanáticas flameban banderas con el logo del conjunto de rock rioplatense, Ciro habló: “Bueno, ahora voy a cantar un tema que Diego me pidió para Villa Fiorito”, en alusión a una bandera de ese barrio que colgaba de una bandeja del estadio. Y después de “El farolito”, Maradona reapareció por última vez. Y abrazado a los músicos, saludaron al público entre todos para concluir el concierto.
Diego se quedó en el camarín con la banda desde la 1 hasta las 2.30 horas de la madrugada, contándole anécdotas futbolísticas. El domingo Ciro, fanático de Boca Juniors, fue con Diego a la Bombonera y festejaron el triunfo contra River. Para Andrés, según confesó “fue uno de los mejores fines de semanas de mi vida, se compara solo con el nacimiento con mi hija Katya”. Y por el lado del astro, partida triple: haber compartido el escenario de Obras y el triunfo de Boca con su nuevo amigo músico, Andrés Ciro Martínez, y además confirmar la unión del fútbol y el rock con su presencia estelar en un recital.
Foto superior: Alfredo Duggan.
Por Andrés Ciro Martínez (publicado en su página de Facebook)
Chau Diego. Por siempre el más Grande. Hipnótico. Velocidad y belleza. Picardía. Nunca una de mas. Jamás. Y un millón de anécdotas. Adentro de la cancha. Y afuera. Un millón de años viviste. No sesenta. Un bondi sesenta repleto de gente viviste. Toda la línea sesenta de todos los días y más vidas viviste. Lo q nadie podrá vivir jamás. Visto desde tus ojos. Un hogar humilde. Los goles increíbles desde chiquito. Los gritos. Los flashes. Los viajes. Presidentes. Estrellas. Estadios enardecidos. Ciudades enardecidas. Ferraris negras. Jeques árabes postrados. Países a tus pies… Déjala q se va dijo un rival en el futbol tenis en la quinta de Los Piojos. “Seguro que se va” respondiste después de pegarle de sobrepique, de espaldas ya a la red. La pelota pasó por arriba del Negro, q es alto, y bajó de golpe a clavarse en la línea de fondo. Cantaste tangos con nosotros. Improvisaste un blues de cuando conociste a una famosa vedette. Tocaste percusión. Y en un momento, serían las tres de la mañana, cuando ya los vapores confundían nuestras mentes y sentía que solo tu presencia me mantenía algo lúcido me dijiste “¡tocá el himno!”. Nos pusimos de pie, en cueros, empapados de calor y llevaste tu puño al pecho, tremendamente serio. Empecé a soplar y todos en la sala sentimos la Celeste y Blanca como nunca… No voy a olvidar el abrazo cuando te conocí. Tu abrazo no es cualquier abrazo. O la anécdota con Rod Stewart y Ron Wood. Me vienen mil imágenes… Hoy dejaste de pertenecer a este mundo. Sabemos q antes tampoco lo eras tanto. Con vos en la cancha podía pasar siempre cualquier cosa. Pero si. Eras humano al final. Como dijo el gran Fontanarrosa: “Que me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía”. Te vamos a extrañar. Me hubiera gustado cantar con vos tu tema en versión tanguera. Pero bueno. Lo haremos más adelante. Que descanses Diego. Que juegues mucho. Y que nadie te joda. Te quiero. Mis condolencias a sus familiares.
#GraciasDiego #DiegoEterno
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