Desde Santa Fe, el conjunto litoraleño Barro y su nueva placa «Canciones como flores»: «Canciones – ofrenda a la naturaleza, a lugares, a las personas que vienen y las que ya no están. Una ofrenda a la vida que nos rodea”, expresan sus integrantes

Desde la ciudad de Santa Fe, litoral argentino, la agrupación Barro está comprometida con el trabajo de la autogestión, el modo de trabajo cooperativo, artesanal e independiente para la creación, la comunicación y la construcción de vínculos y redes desde una lógica artística autoral. 

Su repertorio aborda la canción ecléctica del litoral argentino, con una forma de decir y de cantar, moldeada por la diversidad cultural y los paisajes que  les rodean y convocan. 

Han recorrido historias de ríos, mares y ciudades. Sus canciones  nacen desde una mirada sensible a lo cotidiano, que revuelve e indaga su “mochila cultural”, usando sin prejuicio lo que hay en ella: las tradiciones heredadas, las impuestas y las que salen a buscar y elegir como propias. 

Por estos días apareció la segunda placa de este conjunto santafesino. Se llama «Canciones como flores», que se suma al catálogo de producciones independientes del colectivo que conforma el sello Shagrada Medra. Este nuevo disco de Barro reúne 11 canciones autorales eclécticas del litoral argentino. 

«Canciones-ofrenda a la naturaleza, a lugares, a las personas que vienen y las que ya no están. Una ofrenda a la vida que nos rodea”, expresan los músicos.

Se trata del resultado de varios años de trabajo en el que se abordó la creación individual y la creación colaborativa del grupo. 

Sus relatos sonoros están impregnados de múltiples estéticas y conceptos: se aprecian ideas lúdicas otorgadas por los instrumentos elegidos, por el abordaje al cantar  y por todo lo que se escucha que excede lo musical  y es parte del relato creado.

En el armado de las canciones y sus arreglos se apuesta a la exploración en laboratorio de cada canción, en el que se busca el encuentro entre la palabra, la música y las múltiples posibilidades de instrumentación, la superposición de capas y diálogos entre esos planos. 

Al momento de componer y arreglar las canciones los artistas despliegan en la mesa de trabajo lo que llevan en su bagaje musical: así aparecen y conviven ritmos afro americanos con sonoridades litoraleñas o andinas, sutiles contrapuntos de la música de cámara, momentos de improvisación jazzísticos y de intensidad cercanos al rock. En palabras de lxs artistas “ los géneros y especies musicales funcionan no como una receta organizadora estática sino como un texto o color más que aporta sentido al entramado musical. El resultado sonoro esquiva definiciones y se aleja de la unicidad de la fusión; más bien se asemeja a la pluralidad de un collage en donde el principio ordenador que rige esa diversidad es la inteligibilidad de la palabra cantada: la voz como portadora e instrumento único integrador de los lenguajes verbal y musical”.

Es una propuesta artística con una profundidad y diversidad sonora y estética puesta en función de  potenciar el mensaje poético. Asimismo, es una obra con compromiso que nos interpela y nos pone en jaque como oyentes activos.

El trabajo convoca a vivir una experiencia para escuchar, sentir y ver: nos invita a recorrer paisajes, a recordar, a viajar con los sonidos y la poesía, invita a dejarse sorprender y aventurarse al juego y la introspección con la misma potencia.

Fotos: Pablo Martínez.


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