Tras casi 20 años de su último trabajo solista, la pianista y cantautora Laura Vázquez reaparece con nuevo trabajo propio: «Iea»

A casi 20 años de su último disco solista, la pianista, cantante y compositora Laura Vázquez lanza Iea (Los Años Luz discos),  su cuarto álbum propio. El disco contiene ocho temas de su autoría que, con el piano y la palabra como sostén, reflejan su costado más íntimo, profundo y comprometido. Comenta Laura sobre el nombre del álbum: “ ‘Iea’ está a dos consonantes de ‘vieja’, yo a dos pasos...”.

Laura Vázquez es reconocida por sus trabajos como pianista, tecladista y cantante junto a Fito Páez, Ricardo Arjona, Julieta Venegas, Miranda Johansen, Victoria Bernardi, Nacha Guevara y Lula Bertoldi, entre otros. 

La productora de Iea es Natalia Perelman, quien acompaña a la artista desde el inicio de este proyecto y cumple un papel fundamental en el sonido, la estética, la instrumentación despojada (un piano, un cello y un contrabajo) y la desnudez en la voz que caracterizan a este disco.

Iea inspiró un libro-objeto de arte diseñado por Estudio ZkySky , que  además de contener toda la información acerca del disco, tiene microrrelatos autobiográficos, fotos de Alejandra López y Agus Gundin, y prólogos de Mariela Asensio y Andrés Eneas Binetti. El libro se encuentra a la venta en Gould Libros, Acevedo 388, CABA. Tienda online: https://linktr.ee/gouldlibros, o a través de las redes de Laura Vázquez.

Un anticipo del libro

Dice Laura Vázquez en uno de los textos del libro: “Muchas veces me pregunté qué iba a hacer cuando fuera vieja, en este camino de pianista, sesionista, artista medio ‘pop-indie-rock’ no había mucho lugar para las mujeres, y mucho menos para ‘las mujeres viejas’, así que veía bastante incierto el futuro. Hasta llegué a estudiar una carrera que fuera ‘especial para viejas’, la psicología, ya que encajaba muy bien con esto. Lo cierto es que siempre me interesó el psicoanálisis y los vericuetos de la mente. En los últimos años empezaron a surgir cosas guardadas, palabras que querían salir, ideas, pensamientos, melodías, gritos, acordes, y otra vez el deseo que se pone en marcha. Y junto con el deseo, asoman las voces malas, el desamor a mí misma, la autocrítica, fantasmas que resuenan fuerte: ‘¿En serio pensás seguir con esto de la música? ¿Para qué haces esto?¿Quién te va a dar bola ahora? Ya estás vieja…’. La tribu, la red, ‘la grupa’, me devuelven la confianza, y poco a poco se va materializando este deseo. Siento una liberación al no tener que parecer ‘joven’”.

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