Los pueblos originarios andinos sudamericanos y su creencia y divinidad por la Pachamama

La Pacahamama es la diosa venerada por los pueblos indígenas de los Andes. En la mitología Inca (base en Perú), Pachamama es la diosa de la fertilidad que preside sobre la siembra y cosecha, personificando las montañas y provocando terremotos. Es una divinidad andina a la que se le realizan ofrendas en las ceremonias agrícolas y ganaderas. Está asociada a lo femenino y el espíritu de la Tierra. Es el núcleo del sistema de creencias de actuación ecológico-social entre los pueblo originarios de los Andes , en Sudamérica. Diferentes pueblos como los quechuas, aymaras, mapuches, nasa y otros en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú han realizado y realizan rituales vinculados a esta deidad.

La divinidad de la Pachamama (Madre Tierra) representa a la Tierra, pero no solo el suelo o la tierra geológica, como tampoco solo la naturaleza; es todo en su conjunto. No está localizada en un lugar, pero se concentra en manantiales, vertientes o apachetas. Es una deidad inmediata y cotidiana, que actúa por presencia y con la cual se dialoga, ya sea pidiéndose sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y por todo lo que nos provee.

No es una deidad creadora. sino protectora y proveedora; cobija a los seres humanos, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad. A cambio de esta ayuda y protección, el pastor de la Puna Meridional está obligado a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no solo en los momentos y sitios predeterminados por el ritual sino, en todos los acontecimientos culturales significativos, configurándose así una suerte de reciprocidad. Sin embargo se la considera con una faz negativa: la Pachamama tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las ofrendas o si se la ofende, provoca enfermedades.

La Pachamama, o Madre Tierra, esta deidad venerada por ser generadora de la vida, es símbolo de fecundidad por su capacidad para producir, bendecir y engendrar plantas, animales, alimentos y otros medios de subsistencia del ser humano. Es adorada por los descendientes de los pueblos originarios que habitan territorios desde mucho antes que existieran las fronteras actuales. De hecho, los orígenes de este culto se remontan a la época incluso preincaica, es decir, antes de que la región fuera anexada al Tawantinsuyu o Imperio Inca.

La ofrenda es una manera simbólica en la cual el hombre devuelve a la Pachamama lo que ha tomado de ella, con el fin de restablecer la reciprocidad entre el ser humano y la naturaleza. Así, además de devolver algo de lo que nos ha dado y agradecerle por ello, a la Madre Tierra se le pide por nuestros deseos más profundos acerca de la vida, lo que queremos lograr y lo que queremos para nuestros seres queridos. Porque esta deidad va más allá del planeta Tierra: «Pacha» en aimara y quechua significa también mundo, universo.

Ceremonia

Las ceremonias son básicamente de dos tipos, en los hogares, con ofrendas particulares y familiares, y en comunidad, donde la ceremonia es liderada por sacerdotes andinos o las personas ancianas de la comunidad.

En las casas, la ceremonia comienza bien temprano con el sahumado, que es la «limpieza» de las habitaciones. A primera hora, se agradece pide perdón a la Pachamama en un rezo comunitario: se recolecta la basura de las esquinas, se la coloca en una pala con brasas y se le agregan plantas de la zona. La tradición dice que debe usarse la hierba muña muña, aunque también se utiliza incienso, mirra y sándalo. Y se debe sahumar tanto el hogar como los negocios, el espacio de trabajo e incluso a las personas más cercanas en los afectos, para sacar las malas energías y comenzar un nuevo ciclo.

Luego llega la «corpachada», en la que se depositan ofrendas en un hoyo cavado en la tierra, como manera de darle de comer y beber a la Madre Tierra. Se celebra en agosto porque es el tiempo previo a roturar la tierra, para luego poder sembrarla.

En la «corpachada» se colocan en ese hoyo en la tierra un acullico (hojas de coca mascadas), o solo la coca, la llicta (masa hecha con papas hervidas, de color gris oscuro por las cenizas de algunas plantas), tabaco y bebidas alcohólicas como chicha; bocados de tistincha (guiso preparado con corderito o llama), locro, humita y papines. También se escancia caña quemada -o ginebra- con ruda macho macerada en la bebida espirituosa. Así a la tierra se le da de comer, de beber y de fumar. Y se suele colocar el llojke o yoki, un amuleto que consta de dos hebras de hilo de color blanco y negro.

Entre las creencias aborígenes y el cristianismo

Dentro de este sincretismo, La religión entrada en la Pachamama se practica en forma paralela al cristianismo, al punto que muchas familias son cristianas y pachamamistas. En Bolivia, por ejemplo, la Pachamama es identificada con la Vírgen de Copacabana en La Paz, la Virgen de Urkupiña en Cochabamba y la Virgen de Soscaon en Oruro.

Un antecedente artístico e histórico de este sincretismo lo constituye la representación de la Virgen Cerro del siglo XVIII, en el que el Cerro Rico de Potosí es antropomortizado, adquiriendo la imagen de la Virgen.

​En Puno (ciudad frente al lago Titicaca, del lado peruano), la Pachamama es identificada con la Virgen de la Candelaria. Esas mixturas se dieron por la entromición de los españoles colonos y las culturas ancestrales de la región.

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