El mítico cabaret porteño Marabú, remodelado y reinaugurado como milonga y escuela de danza, presenta D´Arienzo sinfónico, un homenaje al artista que está grabado a fuego en los corazones de bailarines de todo el mundo. Una idea de Pablo Ramos y La orquesta d´arienzeana, Los Herederos del Compás, que se estrenará el viernes 9 de septiembre a las 20 horass. Participarán, además, la Orquesta Escuela Sinfónica Juvenil de Florencio Varela, Roberto Echagüe -hijo del legendario cantor de D´Arienzo- y los bailarines Julia Urruty y Claudio González.
Juan D´Arienzo abrió la puerta grande de la década del 40 para que el tango reinara en todas las pistas y fue su orquesta la punta de lanza para las típicas que vendrían después. De estilo bailable y rítmico, la orquesta del “Rey del compás” se ha convertido en una de las infaltables en las milongas y encuentros tangueros de todo el mundo. Además, es un artista que se convirtió en showman y animador de sus conciertos, y muchos de sus cantores cultivaron su mismo temple histriónico y festivo. Pablo Ramos, hijo de uno de esos cantores: Osvaldo Ramos, es quien ideó este concierto para celebrar sus 20 años con el tango. Lo hará junto a su orquesta Los Herederos del Compás, seguidora del estilo creado por el genial D´Arienzo y se le sumarán la Orquesta Escuela Sinfónica Juvenil de Florencio Varela dirigida por Sebastián Mendizábal, Roberto Echagüe hijo y Julia Urruty y Claudio González en baile.
Más de 40 artistas interpretarán el repertorio del Rey del compás en el legendario Marabú, en una noche de emoción, celebración y reconocimiento a un creador irrepetible.
Marabú, un reducto histórico
Hubo una Buenos Aires de subsuelos fantásticos, la música brotaba de abajo de la tierra y la cultura tanguera crecía desde las entrañas de la ciudad. El Marabú es uno de esos espacios: fundado en 1935, fue salvado del olvido y, luego de una meticulosa restauración, luce como en sus años de gloria.
Por ese salón, uno de los principales de la ciudad, pasaron las grandes orquestas y se respiraba la bohemia tanguera. Allí debutó Aníbal Troilo con su orquesta y el cantor Francisco Fiorentino el 1° de julio de 1937, también lo hizo Rodolfo Biagi un año después. Su escenario recibió a la agrupación de Carlos Di Sarli y también ahí cantó por primera vez Roberto Rufino, que iba a registrar grabaciones antológicas junto al maestro de Bahía Blanca. Las Orquestas de Alfredo de Ángelis y de Osvaldo Pugliese también dejaron su impronta en este salón. Entre las mesas del Marabú José María Contursi escuchó la historia que le inspiraría el tango “Como dos extraños” y allí se conocieron Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores, que iban a dejar para la posteridad los tangos “Uno”, “Cafetín de Buenos Aires” y “Sin palabras”. Toda esa mística de la década del 40 puede ser visitada y vivida.
Desde el año 2017, el lugar comenzó a tener actividades gracias al compromiso de The Argentine Tango Society, que salvó al lugar del remate y lo abrió para el desarrollo de milongas. Hoy, la fundación liderada por Joe Fish, dio un paso más: restauró el lugar al detalle hasta con el imponente vitreaux que se ubica sobre la pista.
El Marabú fue protagonista de una Buenos Aires donde los cabarets eran usinas de música, de poesía, de danza, de cultura popular. Junto a los desaparecidos Chantecler, Armenonville, Tibidabo y tantos otros, el subsuelo de Maipú 365 brilló en la década del 40 con sus artistas y habitués. Hoy es el único que queda en pie, testigo de una ciudad que ha cambiado sus hábitos y su ritmo, pero donde el tango vuelve a nacer cada día. Listo para volver a recibir amantes de la milonga, cantoras, cantores, orquestas y todo aquel que quiera espiar este fascinante mundo y, por qué no, dejarse llevar.
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