La francesa Mandy Lerouge sorprende con su álbum «La madrugada» en el que aborda la Música Popular Argentina

Mandy Lerouge, cantante francesa autodidacta, creció en los Alpes Franceses. Sus aventuras musicales la han llevado del jazz a la música clásica pasando por el trip-hop hasta llegar al folclore local, sin mencionar su experiencia en ingeniería de sonido y periodismo.

En el año 2014, durante su primer viaje a la Argentina, descubrió la cultura de norte del país, y se enamoró tanto de su música, como de las expediciones a caballo con los gauchos que deambulan por la región observando sus rebaños, y disfrutando del gusto que desde pequeña sentía; montar a caballo.

En Marsella, su lugar de residencia, maduró su proyecto, y lo enriqueció gracias a encuentros con varias figuras de la música Argentina, entre ellos: Chango Spasiuk, Raúl Barboza, Daniel Melingo.  

A principios del 2020, regresó a estas regiones y como digna heredera del etnomusicólogo Alan Lomax, recoge los temas que se convertirían en el repertorio de este primer disco, «La madrugada», tan personal y a la vez tan contagioso. 

Habla sobre ella el productor y escritor francés Pascal Bussy

Varios ángeles protegieron este proyecto: Vicent Segal (Sting, Cesaria Evora, Nick Cave, …), que llevó a cabo la realización del disco, incentivó la grabación sin audífonos, y con los músicos juntos en la misma sala;  Gérard de Haro (Premio “Mejor ingeniero de sonido” Victoires de la Musique Jazz 2017) que adaptó su estudio “La Buissonne” a esta rara configuración “En vivo” (“esto solo lo he visto dos o tres veces en mi vida”), y por supuesto los músicos: el sensual pianista argentino Lalo Zanelli, que también firmó los arreglos –  su compatriota, el percusionista, Javier Estrella, con retenida extravagancia –  el contrabajista colombiano Felipe Nicholls, discreto arquitecto, y como bonus una intensa aparición del cómplice Melingo.

Mandy Lerouge no solo ganó su apuesta, sino que también nos brinda una lección de inteligencia cultural.  En esta grabación, casi telepática, donde la elegancia melódica de las baladas parece estar puntuada por el trote de los caballos y el palpitar de sus corazones, trasciende con su voz magnética estos bailes de tradición oral (chamamé, chacarera, zamba, y una pizca de tango canyengue).

Hija del mestizaje -padre de Madagascar y madre francesa- se apropia de esta música popular.  Ella misma, mestiza, la hace florecer en una mezcla de música de  hoy,  donde el jazz, la música de cámara, e incluso el rock, nunca están lejos. ¿Transculturalidad?  ¿Efecto beneficioso de la globalización?  Todo esto, desde luego, pero sin olvidar lo principal: este “amanecer” debe leerse también como metáfora del “Vuelo de una gran voz”.

Foto superior: Anne Laure Etienne.

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