Por Jorge Daniel González.
De aquel joven de Florencio Varela al hombre que triunfó en Chile, ganándose dos premios Gaviotas en el Festival Internacional de Viña del Mar 2020. Del soñador que iba junto a su abuela a juntar monedas a las peatonales de Lomas de Zamora, Quilmes y la famosa calle Florida del centro porteño, al que cantó con Silvio Rodríguez en el Luna Park. Del niño que le goteaba el techo en la cena, al que comparte la mesa con Juan Gabriel o Alejandro Sanz en mansiones. Del que cantaba a los familiares en Fiestas, al que cantó al pueblo el Himno Nacional Argentino en La Bombonera, para la selección de Fútbol o en el Estadio José Amalfitani de Vélez Sarsfield para Los Pumas, en un Test Match ante los All Blacks. Tantas cosas le han pasado a Nahuel Pennisi en menos de 30 años de edad. La coincidencia ante tantos hechos vive en su sonrisa, su espíritu de amigo, la hermandad de no generar diferencias por ser artista internacional, la imposibilidad en su interior de no plantear distancias, porque cada escalón superado es gracias a la humildad y a la música que tanto ama.
«Soy un músico que le gusta la música, que le emocionan los cantantes de los que aprendió; me considero, más que guitarrista, un músico – cantante – compositor. Estoy más cerca de la música que de la guitarra, porque no me imagino sólo con ella, sino siempre cantando: la música desde el lado del músico y el cantante del lado de la canción van de la mano, eso es lo que soy».
El próximo 10 de Julio dará su primer concierto en streaming llamado «Gracias Silvio», una oportunidad para homenajear a uno de sus ídolos, el cantautor y poeta cubano Silvio Rodríguez, además de reafirmar y prolongar la temática que ha puesto en escena en enero de 2018 en Torquato Tasso: «La diferencia entre aquel show en el Tasso y el de ahora será el agregado de temas nuevos aunque la mayor diferencia es que, en este tiempo que pasó entre ese show y este, es que tuve la suerte de conocer a Silvio, y quizás uno ya canta las canciones con otro sentido, con otra identidad, con otra emoción; contarles esa emoción al público, contar lo que Silvio me fue diciendo es impresionante. Será un concierto con la identidad de Silvio, guitarra y voz». El 15 de Octubre de 2018, Nahuel conoció al artista cubano, quién lo abrazó y lo escuchó cantar sentado en el piso del Luna Park, asentando la interpretación y forma de cantar: «Me dijo que él me venía admirando hace muchos años y me sorprendió porque no pensé que me conocía. Por otro lado, no es de regalar elogios pero dijo que las versiones que hacía de sus canciones son impresionantes. Él se sentó en el piso y me escuchó cantar, un gesto muy grande para un tipo como él, imagínate que en el mismo momento que lo conozco, me invita a cantar en el Luna Park. Hablamos sobre sus canciones y que me mostraría algunas canciones que nunca había sacado. Son cosas muy lindas que me las guardo para siempre«. El jueves 25 de Octubre de 2018 cantó como invitado al concierto de Silvio Rodríguez, las canciones «Yo vengo a ofrecer mi corazón», «Te doy una canción» y el tango «Nada».
En su historia como músico compartió espacio con importantes artistas locales, entre otros, Abel Pintos, Marcela Morelo, Luis Salinas, David Lebón, Noel Schajris (Sin Bandera), Víctor Heredia, Luciano Pereyra, Los Nocheros, Bersuit Vergarabat, Lito Vitale, Kapanga, Diego Torres, Soledad, Pedro Aznar y del ámbito internacional, Kany García, Carlos Vives y Niña Pastori. Con todos ellos guarda recuerdos y anécdotas, pero destaca que una de sus primeras sorpresas de la carrera fue en México con Juan Gabriel: «Todavía no puedo creerlo, fue raro. Me acuerdo que cuando lo tuve frente a frente, lo primero que le dije, desde mi lugar de pibe de 19 años, fue ‘Ni mi sueño era conocerte, porque estaba tan lejano que no me imaginaba jamás poder hacerlo’. Yo estaba en la ciudad de México y me fui de gira a Acapulco; allí el Secretario de turismo me vio tocar en un bar, se acercó y me dijo que Juan Gabriel tendría unos conciertos ese fin de semana y el lunes iría a cenar a casa, quería que vaya y que pueda tocar para Juan Gabriel. Fue muy emocionante, la casa era gigante, una mansión con cine, gimnasio, era una cosa de locos. De repente llegó Juan Gabriel y toqué unas canciones para él, se emocionó mucho, fue una experiencia única y de las más lindas que viví«.
Además Nahuel recuerda otra situación importante, cuando el rockero argentino Charly García lo mandó a llamar en la fiesta privada: «Lo conocí en una fiesta de la revista Gente, y me acuerdo que lo más interesantes es que me buscó para charlar, me llamó por un asistente, y yo no podía creerlo. Lo primero que sentí fue tratarlo como cualquier persona, viste. Yo digo: esta gente, como Charly, como lo fue Gustavo Cerati o Luis Alberto Spinetta, es gente tan grande que le tienen demasiado respeto. Yo pienso que hay que hacerlos sentir bien y ser natural: ‘¿Charly, como estás, que andás haciendo por acá? ¡Qué sillón que tenés!’… Fue divertido, y siento que él también sintió eso, como la tranquilidad de que yo no estaba hablando con el maestro, el Dios de la música llamado Charly García, sino estaba hablando con Charly. Me pidió que escuche unos discos, me recomendó algunos guitarristas; me confesó que me escuchaba, me admiraba y que alguna vez deberíamos hacer algo juntos».
Dos de los artistas no videntes más famosos del mundo son Andrea Bocelli y José Feliciano, pero Nahuel tiene un ídolo con el que se permite soñar y otros con los que desearía poder trabajar: «Bocelli y Feliciano son personas que admiro profundamente, me gusta lo que hacen y los escucho, pero quién más admiro de músicos ciegos es Stevie Wonder. Él es algo fuera de lo común, una capacidad muy tremenda en la música; la verdad que con él, sí realmente tengo una gran admiración, por su música y forma de cantar y me gustaría conocerlo y ver qué sucede. Por otra parte, estuve en la casa de Alejandro Sanz y le canté algunas canciones y me gustaría grabar con él porque lo admiro profundamente como a Juan Luis Guerra que tiene canciones emocionantes. Soy un bendecido con los artistas que conocí con el tiempo, cada uno tiene cosas especiales, únicas y estoy como muy compenetrado y agradecido a la vida y a la música».
Nahuel es un artista no vidente, pero demuestra con sus capacidades musicales y vocales que, la cuestión de la vista, es sólo una característica anexa al todo que significa Pennisi como músico, que deja muy atrás esa herencia de nacimiento: «Las personas que miramos la música con otros ojos, tenemos una conexión distinta y hay que hacerlo convivir con la industria con lo que la gente está acostumbrada a disfrutar de un artista. En realidad, es una cuestión de hacerse entender por la música, y focalizarse en eso. Si todo el tiempo estaría hablando del tema de no ver, sería más difícil, yo siempre preferí hablar a través de las canciones. Mucha gente, desde el prejuicio y la ignorancia, piensa que si una persona no puede ver, hay cosas que no puede hacer naturalmente, pero simplemente es No Ver y nada más: uno puede ser padre y convivir con un montón de cosas, ir a pasear, ir a un concierto, y puede trabajar de lo que sea. Creo que lo más importante es que la música me hace muy feliz, y eso es lo que trato de expresar. Yo sabía que de a poco, la gente se iba a encontrar más con el músico que con la persona que no ve. Aunque yo también sé que la primera impresión en las personas que no me conocen, es de una persona ciega, pero a mí no me molesta, porque también es parte de lo que soy y está todo bien porque, la música se encarga de poner todo en su lugar».
Llamativamente, el protagonista, al explicar las cosas que puede hacer como cualquier otro menciona en primer lugar la de ser padre, experiencia que lleva menos de un año. Vive con su hijo Mateo y su compañera Mayra Deleo: «Es un desafío muy grande conjugar el rol de padre con el trabajo de músico, porque hay que tener un equilibrio grande entre las dos cosas. Hay que encontrar los momentos y aprovecharlos para la música, porque quizás estoy más abocado a aprender como papá, entonces, quizás, desde lo musical, tengo menos tiempo de antes, pero al mismo tiempo, tengo la posibilidad de madurar y aprovechar más aún: es un equilibrio que uno busca todo el tiempo. No es fácil pero creo que ser padre me impulsa de una forma muy grande para lo que quiero hacer, me siento como empujado por esa motivación extra y trato de llevar y materializarlo todo el día«. En esta oportunidad de ser padre, Nahuel aprendió música de un nuevo mundo que es el repertorio infantil y le abrió la cabeza a nuevos objetivos para un futuro cercano: «Me encantaría grabar canciones infantiles. Me llama la atención que hay muchos chicos que se me acercan, antes de ser padre, chicos de 5,6 ó 7 años más o menos, que escuchan mis canciones, me ven tocar y me dicen cosas, y yo a veces me preguntó el porqué si mis temas son de contenido poético – musical relacionado con algo más profundo. Me emociona mucho e incluso después de ser padre, descubrí el mundo de los bebés, escuché mucha música infantil por medio de mi hijo y por eso me despertaron las ganas de un disco para chicos, con mucho amor, para regalarle a las familias con niños».
Con ideas frescas, nuevos sueños musicales y familiares, agradece a la música su madurez dejando a un lado su pasado solitario, relacionado con la infancia y el crecimiento en el entorno social que debería tener cualquier niño que crece y recopila experiencias de vida: «Mi infancia no fue de lo mejor, pero fue un disparador gigante para encontrarme conmigo mismo: no tenía amigos, no tenía personas que podían compartir la vida conmigo; más allá de no tenerlos, yo no los elegía, no los buscaba porque me sentía más espiritual, emocional. Soy de la minoría que van a lo profundo, y crecí en ese mundo solitario a pesar que la mayoría iba por otro lado y está bien. Siendo hijo de músicos, pude desahogarme con la música y el canto y con los años profundicé el sentimiento de elegir la soledad y la emoción por la música».
El tiempo le dio la razón a la música y a superar el obstáculo de empuñar un instrumento. Primero fue el bajo acostado sobre la cama y luego la guitarra, con un técnica de zurdo encordada para diestros y sin realizar cejillas. Hoy no solamente puede tocar con su guitarra sobre las piernas, sino que desarrolló el buen gusto de incorporar notas y acordes en lugares donde el músico común a veces no espera: «Es rarísima la técnica, extraña. De chico me daba un poco de vergüenza tocar de esa manera, porque me daba cuenta que me miraban mucho y entonces pensaba que estaba mal, por eso quería tocar de la forma tradicional. Mi viejo me quiso enseñar, pero duré tres clases porque ya me había acostumbrado con la guitarra acostada. El bajo lo agarré a la inversa de lo normal, toqué con las cuerdas al derecho, no me di cuenta que estaba mal, y lo más difícil fue desarrollar la técnica porque no tengo a nadie que toque de esta forma; tenía que escuchar acordes y a otros guitarristas, tratar de imaginármelo en una disposición diferente de los dedos. Fue un desafío importante, que hasta el día de hoy sigo teniendo porque incluso escucho cosas y sonidos de otros guitarristas y trato de imaginarlos en mi técnica que me llevó muchos años desarrollar y fue lo más difícil que tuve con la música».
En Agosto próximo, Pennisi publicará su cuarto material (los anteriores son «El sueño de la canción» – 2012 Independiente, «Primavera» – 2015 Sony Music-, «Feliz» – 2017 Sony Music) producido por Julio Reyes Copello, experto productor y pianista colombiano que trabajó con Marc Anthony y Alejandro Sanz, entre otros: «Este disco tendrá dos vertientes: por un lado estará revestido con la música popular, folklore argentino y latinoamericano relacionado con nuestros sonidos y raíces pero también tiene la vertiente de música latina apuntado a lo internacional tratando de tener la propia impronta e identidad».
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