Por Iris Etcheverry
¿Qué imaginario se nos presenta cuando decimos música africana? ¿Qué sabemos de ese mágico y, a la vez, doloroso continente marcado por varias invasiones europeas, atropellos y abusos de todo tipo?
Si pensás que los músicos africanos son aquellos que tocan djembe y kora, y que son programados solamente en los Festivales de World Music pues estás equivocado o te has quedado con una parte de la historia de este maravilloso, poderoso y arrasado continente.
Arrasado por invasiones territoriales, guerras étnicas, violencia y pobreza extrema, el proceso de descolonización fue complicado y sabemos que el resultado fueron las diásporas africanas a Francia, Inglaterra o Estados Unidos.
La actualidad africana nos muestra un continente en donde se encuentran algunas de las mayores metrópolis del mundo como Lagos, en Nigeria, con más de 21 millones de habitantes (datos del 2017) o Abiyan en Costa de Marfil, con casi 5 millones de habitantes. Ciudades inundadas de gente, tráfico y creatividad, donde la cultura urbana florece en cada rincón, rebelde y viva. En esas calles se va gestando un rap que se inspira en las historias cotidianas de los barrios y, por supuesto, reinvidicaciones sociales y políticas.
Si bien creemos que el rap es un género que se popularizó en los ‘80 en Estados Unidos, en la comunidad afroamericana de los barrios negros y latinos de Nueva York, el precursor del rap moderno es un canto tradicional del oeste de África, llamado «Griot», en la cual «historiadores orales» usaban sus técnicas retóricas para elogiar o criticar a individuos y situaciones.
Hay una clásica frase del acervo popular que dice que todo viene de África, sobretodo en lo que a música se refiere; incluso nuestros propios ritmos folclóricos tienen una raíz africana, incluyendo la palabra «tango», que originalmente llevaría acento en la o final, pronunciándose “tangó”. Dicho esto me remito al estribillo de la canción «Boomerang», de una de las figuras del rap senegales Daara J. Family, que dice: «nacido en África, crecido en América, el rap solo tuvo que dar la vuelta«.
«En los ochenta -cuenta Eric Charry, autor de un libro llamado ‘New African Music in a Globalizing World’, editado en 2012- la primera década del hip hop en USA y en otros lugares del mundo, no era aún muy conocido en África. Tan sólo era conocido por una pequeña élite de jóvenes que tenían acceso a material extranjero, grabaciones y cassettes, especialmente proveniente de USA. Más tarde, en los ’90, se empezó a expandir en lugares como Senegal, Tanzania o Ghana, donde se empiezó a rapear en lenguas locales. Pero se puede considerar que ahora vivimos un momento clave en la historia del hip hop africano, ya que la gente está dejando de imitar la música Americana».
La eclosión del nuevo hip hop africano desde finales de los ‘80 no debe entonces sorprender. Algunos proyectos pioneros comenzaron en países de África Occidental como Senegal o Ghana, pero también en Sudáfrica, donde las influencias extranjeras siempre han calado pronto. Si bien los jóvenes se sienten tremendamente atraídos por éste movimiento, por otro lado hay que decir que la aceptación del hip hop Americano tiene escasas referencias en los modos de vida africanos.
«Hay que tener en cuenta el momento en el que los jóvenes africanos dejan a un lado el modelo americano para crear uno propio, hacia la mitad de los ‘90. No sólo se empieza a rapear en lenguas locales, sino que en ocasiones incorporan sus propios beats e instrumentos«, apunta Eric Charry en su libro, donde además considera que es a comienzo de los 2000 cuando se inicia la gran explosión en el continente: África empieza a crear sus propios festivales y premios.
La gran paradoja es que si se quiere conquistar un mercado internacional y traspasar las fronteras nacionales, entonces tienen que utilizar una lengua extranjera: los raperos deben usar el inglés o el francés, dependiendo de si su país es anglófono o francófono. Y también si desean conseguir una autenticidad como artistas, tienen que echar mano de sus propias lenguas locales, lo que a su vez les limita la capacidad de poder llegar al público internacional.
En algunas temas de rap se usan diferentes idiomas y es muy común el carácter bilingüe de las canciones. Uno de los mejores ejemplos es DJ Awadi, miembro del grupo senegalés Positive Black Soul, quien en una sola canción puede rapear en tres lenguas: francés, inglés y wolof. Este rapero, Didier Awadi, es un personaje esencial a la hora de contar la historia del hip hop africano y nos da el pie para iniciar una hoja de ruta del hip hop Africano.
El camino del rap en África
Awadi es de ascendencia beninesa y caboverdiana. En 1984, mientras el hip hop emergía lentamente en la escena de Dakar, Awadi creó el grupo Syndikat. En 1989, formó Positive Black Soul con su compañero músico de hip hop Duggy Tee, con el deseo de promover una imagen positiva de África.
En 1992, Positive Black Soul fue elegido por MC Solaar, el rapero francés de origen senegalés, para formar parte de su primera gira en Francia. Con una creciente popularidad, grabaron en 1994 su primer tema «Boul Faale» (No te preocupes) en el que denunciaban la corrupción del sistema político local. Esta canción se convirtió en parte de su primer álbum, «Salaam», lanzado en 1995 después de una gira europea y editado bajo el sello Island Records.
Positive Black Soul realizó múltiples colaboraciones internacionales (KRS-One, Mc Solaar, Princess Erika, K-Mel, Kimani Marley, etc.) y realizó giras por todo el mundo, mientras lanzaba K7 y CD en Senegal y de manera internacional.
A lo largo de su carrera, como miembro de P.B.S. y más tarde con su carrera solista, Awadi articuló un discurso militante y crítico en favor de un futuro panafricano más brillante.
En 2001, los dos miembros de P.B.S. decidieron comenzar carreras solistas. Un año después, Awadi lanzó su primer «Kaddu Gor» (Palabra de honor) que recibió el Premio Mundial de Música Radio France Internationale (RFI), en 2003.
En el año 2005, lanzó su segundo álbum solista «Un Autre Monde est Possible» (Otro mundo es posible), en el que pidió el surgimiento de una sociedad mejor basada en la equidad, la justicia y la libertad; y en el 2006, lanzó «Sunugaal», una súplica por el desarrollo de Senegal y contra la inmigración ilegal.
En octubre de 2007, Awadi presentó su proyecto «Presidentes de África» en París, con artistas de todo el continente y este álbum fue lanzado en abril de 2010.
Tras la separación de Positive Black Soul, el cantante y productor puso en marcha Studio Sankara, un centro de producción audiovisual donde graba a artistas de la nueva generación y realiza comerciales para televisión, con los que puede solventar la actividad discográfica.
A esta tremenda carrera hay que sumar que produjo un programa de televisión de una hora que refleja la cultura local del hip hop: «Senerap», que le permitió, en el 2003, organizar un festival dedicado a la cultura hip hop, al que llamó igual que su programa de televisón, «Senerap».
En los países del Magreb, la historia del rap asumió un rol importante en tiempos de revueltas y rumbos inciertos. Quizá no fue el primero, pero todo empezó cuando Hamada Ben Aoun fue detenido en Túnez el 6 de enero de 2011. Más conocido como “El General”, el cantante acababa de producir algunas de las canciones que, con el paso de las semanas y de los meses, se iban a convertir en himnos de la “Primavera Árabe” en Túnez. En la canción «Rais lebled», (un giro de rap en Rais el-Bled, que significa Presidente de la República), hay un mensaje directo al presidente Ben Alí, exigiendo respuestas a la desigualdad, la pobreza y la falta de horizonte para la juventud tunecina. «Señor presidente, hablo en mi nombre y en el de toda la gente que está sufriendo. Hay gente muriendo en la pobreza que quiere trabajar para sobrevivir…», canta El General en la canción que lideró «La revuelta de los jazmines» en Túnez. La canción puso a El Géneral en peligro. «Después de eso, intervinieron mi teléfono móvil y mi cuenta de Facebook fue bloqueada». Luego de eso, un joven vendedor de frutas y verduras se prendió se prendió fuego, el 17 de Diciembre. Ese fue un punto de inflexión. El 22 de Diciembre, El General escribió una nueva canción llamada «Túnez Nuestro País», sobre el acelerado movimiento de protesta.
Para la policía, la canción «Túnez Nuestro País» fue la gota que colmó el vaso. El 24 de diciembre, a las 5 AM, la policía secreta irrumpió en la casa de sus padres en Sfax y llevó a El Général a la Oficina de Seguridad Nacional. Poco después, un equipo de interrogadores de Túnez llegó y lo transportó a la capital, donde lo pusieron en una celda solitaria en el Servicio de Seguridad Presidencial. Allí lo interrogaron durante horas sobre sus conexiones políticas. Pero de pronto una enorme reacción pública comenzó cuando los manifestantes empezaron a agitar con cánticos por su liberación. Incluso el propio Ben Ali llamó a la policía para preguntar sobre la detención de El General. También lo hizo el odiado Ministro del Interior. La policía se dio cuenta de que El General era una celebridad. «Entendieron que era un artista conocido, y cambiaron su actitud hacia mí. Me preguntaron, ‘por favor, deja de cantar sobre el presidente y su familia, y luego te liberaremos’ «.
En la escena del hip hop magrebí sumamos a Hamada Ben Aoun, porque también estuvo con El General en dos grabaciones colectivas que se difundieron durante los días de levantamiento social: «The Khalas mixtape» y «The Hastags Revolution mixtape», es allí donde suena el rap de su compatriota Mohamed Ali Ben Jemma, del proyecto egipcio Ahmed Rock, del argelino Lofti Double Kanon y el libio Ibn Thabit.
Desde Marruecos, Hoba Hoba Spirit (grupo que fue reporteado hace unos años para nuestra revista digital Músicas del Mundo) generó un sitio en la escena rap del norte de África. Con influencias de la música sincopada y del lenguaje armado como ametralladora, los hermanos de la familia Daara J se convirtieron en la nueva apuesta del hip hop de Senegal.
Las conexiones globales del hip hop producido en África generan colaboraciones musicales como, por ejemplo, de la mano de Seun Kuti, (Nigeria), que es el menor de los dos hijos músicos de Fela Kuti, con el dúo latino de música urbana Calle 13.
Desde Nigeria asoma una de las voces principales y con gran proyección internacional. M. I. Abaga es el rapero más grande y más premiado de África. Tiene 8 álbumes consagratorios a su nombre, tales como «Talk About It», «MI2», «Illegal Music Series», «The Chairman», «Rendezvous» y «Yxng Dxnzl». Recibió numerosas nominaciones y premios internacionales y locales como BET Awards, MTV Awards, Headies Awards y The Future Awards, entre otros. La leyenda del hip-hop nigeriano y productor discográfico que firmó con Chocolate City Music; la compañía de música y entretenimiento más grande de África. Chocolate City, es la otra mano por donde el rap africano se extendió al mundo entero. Es un sello discográfico nigeriano fundado en 2005 por el abogado Audu Maikori junto con Paul Okeugo. En general, fue considerado como el mayor y más exitoso sello discográfico urbano indígena en África. Chocolate City Music opera como una subsidiaria de Chocolate City Group, uno de los mayores conglomerados de entretenimiento en África.
En marzo del 2019, Warner Music Group anunció su asociación con el sello nigeriano Chocolate City. Según el nuevo acuerdo, los artistas de Chocolate City se unen al repertorio de WMG y reciben el apoyo de los servicios de distribución y artistas de la compañía a través de su división de sellos independientes.
Son muchísimos los artistas que ha surgido a través de este rap y que han llamado la atención mundial, hasta el punto de que el libro mencionado anteriormente de Eric Cherry se realizó con el apoyo de la Universidad de Indiana, en el programa dedicado a Estudios Sociales de África Siglo XXI, que analiza a través de diferentes autores del ámbito académico internacional, el boom del hip hop en África, los movimientos sociales en los que se enmarca, los múltiples sincretismos que sufre dependiendo del lugar en el que emerge o las dinámicas de complementariedad entre diferentes esferas de una cultura imposible de delimitar por su carácter mutante.
Por tanto terminaré esta hoja de ruta mencionando rápidamente algunos nombres de proyección internacional de países menos reconocidos como los que hemos mencionado hasta ahora.
Blitz The Ambassador, nombre real: Samuel Bazawule. A.K.A. Blitz, oriundo de Ghana, pero radicado en Brooklyn, creció escuchando a su hermano poner una y otra vez a Public Enemy, con el clásico «I takes a Nation of Million to hold us back». Él ha conseguido fundir en su música las sonoridades de dos lugares tan diferentes como Nueva York y la Costa de Guinea. Blitz recibió un premio al Mejor Artista Nuevo en los Ghana Music Awards 2000. Poco después, en 2001, se mudó a los Estados Unidos para estudiar en la Universidad estatal de Kent, en Ohio. Después de graduarse, Blitz se mudó a la ciudad de Nueva York para perseguir su sueño. Se define dentro de un concepto llamado el «afropolitanismo», que describe la identidad de todos aquellos que tienen orígenes africanos y a la vez se sienten cosmopolitas. Lo ilustra perfectamente un vídeo rodado en Tokio, durante ese tour, donde Blitz no para de repetir que «el éxito es la mejor revancha«.
Elom 20ce (Togo). Elom significa «Dios me ama», en Ewe. 20ce es la abreviatura de Vinceslas, su nombre bautismal. Panafricalista declarado, Elom 20ce se define a sí mismo como un activista («artista» y «activista») a favor de un África unida y rico en todas sus diversidades. Bajo el sello Asrafo Records, este togolés contemporáneo lanzó en 2012 es su primer álbum, «Analgézik». Entre el rap y el slam, relata los ideales de un joven tercermundista consciente de su historia y su origen. Proveniente de un Estado cuyo gobierno se cuenta entre los más cerrados y violentos de África Occidental, el togolés lleva años comprometido con la lucha política .
Art Melody (Burkina Fasso). La de Art Melody es una historia terrible. Después de salir a buscarse la vida por países vecinos, como Costa de Marfil o Malí, el rapero intentó cruzar el Mediterráneo como clandestino a través de Argelia, pero fue encarcelado y torturado allí mismo. Ya de vuelta en Burkina, empezó a dedicarse al hip hop en serio. Su voz desgarradora y contundente se unió a las bases del productor y DJ francés Redrum, resultando en una combinación musical cuanto menos sorprendente, que muy a menudo inserta líneas folklóricas. Irónicamente, «Melo» acabó yendo a Europa, pero esta vez para subirse en los escenarios. Sus textos escupen denuncias en diulá como la del single «Bamb Rat» (Lo que ellos quieren), de inspiración muy noventera, dirigido a los políticos burkineses. En 2019 Art Melody lanzó «Zodoo», tras cosechar muy buenas críticas; la gira de presentación del disco llevaría a este rapero y activista burkinés a los mejores escenarios europeos, pero se anuló debido a la actual pandemia mundial. Mamadou Konkobo, Art Melody para el arte, ha decidido armarse de valor tras la forzosa anulación de su inminente gira por Europa y, para ello, se pone manos a la obra, se levanta y pide apoyo a sus fans a través del lanzamiento de un nuevo álbum grabado en tiempo record.El resultado artístico de esta iniciativa es un nuevo disco, «FC Paysan» (Futbol Club Campesino) que fue grabado durante las semanas previas al confinamiento planetario, pero las mezclas y masterización se han realizado en este mismo periodo. Ahora, y para paliar el agujero generado por la crisis cultural que estamos empezando a vivir, Art Melody pide ayuda a sus fans para que puedan apoyar su trabajo
Otra vez desde Nigeria, podemos mencionar a Phyno, un histriónico y provocador. Phyno, alias tomado de «phenomenal», aunque hoy también conocido como “El embajador del rap igbo”, el idioma de sus letras. Tras más de una década como compositor y productor musical, dentro del universo mainstream nigeriano, en 2012 decidió plantarse de cara al público como protagonista de sus propias músicas.
Para finalizar este texto cito palabras de Eric Cherry, de su libro «African Music in the Globalizacion World»: «Es difícil definir que el boom del rap o hip hop se extienda por todo el continente, ya que hay muchísimos otros géneros musicales con los que el hip hop convive y compite. El hip hop será otra tipo de música integrada entre el numeroso conjunto de música que se escucha, consume y produce en África. En mi libro me interesó ver cómo ha cambiado el panorama musical en las últimas décadas».
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