Por Jorge Daniel González.
La historia del actor y guionista Ariel Staltari, premiado y reconocido en el ambiente artístico argentino, comenzó hace 20 años en la auto-superación y lucha contra los males de una grave enfermedad, originada luego de tiempos de incertidumbre de juventud y pérdida del sentido de vida: tristeza y angustia agobiantes; sin embargo, transitó por un camino de nuevas oportunidades y aprendizajes actorales hasta encontrar un sol al horizonte que lo impulsa, incluso en la actualidad, al proyecto de mantener la cabeza en actividad, bien para arriba. La Leucemia Linfoblástica Aguda quedó atrás a comienzos del año 2000 y la ficción lo invitó a triunfar para ese mismo tiempo: «Okupas» (exitosa serie que se emitió por la TV Pública), Revelación Masculina en el Festival Tandil 2003 por la película «Buena Vida-Delivery», Martín Fierro de Oro como actor y guionista en «Un Gallo para Esculapio» (2018), además de participaciones en películas, series y obras de teatro, pero, con calles bien recorridas: ¿Acaso puede este hombre habitar dos pasiones en el mismo sendero del arte? Veamos.
Vamos por partes. La música lo acompañó desde muy joven, e incluso la trasladó a la práctica: fue baterista en Perros de la Noche, grupo de rock con el que grabó un disco y disfrutó de tocar en míticos reductos porteños como Cemento: «Hay todo un arco abarcativo que respecta al rock nacional, donde hay estandartes que sin duda me identifican, tales como Luis Alberto Spinetta, Pescado Rabioso, Vox Dei, Manal, Almendra, Charly García, Los Abuelos de la Nada, Serú Girán, Virus, Perros Calientes con Gabriel Carámbula. ¡Hay un montón de bandas, pero en sí me gusta la música!». Sin embargo, merece párrafo aparte cuando es el turno de recordar a El Carpo Pappo Napolitano (rockero y blusero argentino, fallecido en 2007).
En el unitario de Telefé «Tres Padres Solteros» (2003), Staltari conoció y trabajó junto al recordado Pappo: «Fue raro pero gratificante, sorprendente; placentero que yo pueda conocer a uno de mis ídolos musicales a través de la actuación. Estaba ‘Molleja’, yerno de Juan Leyrado, un tipo bien de clase alta, una hija rica, y yo era el del Delivery y él no quería que su hija se juntara con este tipo, pero igual iba a contramano del deseo del padre; de pronto decidieron presentar a las familias, y ahí es cuando uno de los productores me da la hermosa noticia de que iba a entrar un personaje que iba a ser mi papá, era nada más y nada menos que Pappo, el gran Carpo, Norberto Napolitano. Tuve la suerte de conocer, sentarme a almorzar, compartir momentos de las grabaciones, y ser espectador de lujo de anécdotas que contó en su círculo íntimo, además, participar de su festejo de cumpleaños».
Aquella fiesta lo compartió con otros famosos del ámbito musical como nada menos que Gustavo “Chizzo” Nápoli, cantante y guitarrista del grupo de hardrock La Renga, aunque el actor se emociona más aún al hablar del blusero Miguel Botafogo: «¿Éste, que es un genio, me está hablando a mí?, me preguntaba. De pronto se acercó y me tiró muy buena onda. En ese encuentro fui muy respetuoso de esa invitación y no me iba a poner a cholulear, porque estaba en un ámbito muy privado. Fui con mi amigo Ricky, de Perros de la Noche, que se empezó a ‘zarpar’ un poco y me tuve que ir; de todos modos la noche ya había sido disfrutada», recuerda Ariel mientras sonríe.
El grupo El Kuelgue, liderado por el actor y guionista Julian Kartún (hijo del director y dramaturgo Mauricio Kartún) es otro de los preferidos de Staltari: «Es una de las bandas que me encanta, tiene algo fresco, lindo, mágico, más allá de lo musical. Julián, el cantante, tiene algo histriónico, es actor y showman, además de ser hijo de quién es, el ADN lo lleva consigo. Lo conocí a Juan Martín Mojoli, el bajista, por las redes sociales; él me escribió de buena onda por la serie ‘El Gallo…”. Me invitó con la familia a un recital, luego me llevaron a los camarines, aunque me hicieron sentir viejo, porque me contaron que se criaron conmigo viendo la serie ‘Okupas’ «.
Dejar atrás su estadía de siete meses en el Hospital Posadas lo reavivó de energías, posibilidades y nutrirse de simbologías y recuerdos, que lo mantienen con la humildad que lo caracteriza: «Tengo dos santos conmigo: el Padre Mario es un ícono para mí, me despertó fe, aún no conociéndolo, ni sabiendo de él; una vez que estuve bien, empecé a conocer su historia, su mausoleo, fue un tipo valioso para la sociedad».
Para Staltari otro de los importantes en el terreno de la actuación es el recordado pianista y compositor de tango Osvaldo Pugliese, todo una «cábala». «Pugliese es mi santo protector. El tango me gusta, desde que entendí algunos jeites de la vida, porque cuando era pendejo (jovencito), no me gustaba. Como alguna vez dijo el cantante de tango Roberto Goyeneche: ‘Viví un poco más cuando no te guste el tango’. Yo viví un poco más y me empezó a gustar. Pugliese es una cábala; en nuestro ambiente artístico argentino, cuando le querés desear suerte a alguien, le decís ‘Mierda’, o ‘Pugliese Pugliese, Pugliese’…Dicen que la anécdota, o sea su patronato, nació en un recital de rock de Charly García, donde se le cortó la luz y para probar si había luz o no, pusieron un disco de Pugliese y todo volvió a la normalidad, fue como un buen augurio. Es un mito, pero que trae suerte no caben dudas».
Hablando sobre música, el actor tampoco olvida el autógrafo de Sandro, en sus peores momentos de salud: «Mientras estaba internado, un amigo del barrio conocía al sastre de Sandro, y le pidió un autógrafo. ¡Me firmó una foto el Robertito! Mi viejo era muy fanático de él y juntos fuimos a verlo al Teatro Gran Rex. Fue una linda experiencia. Él me gustaba como un tipo del rock. Con el grupo Los del Fuego, arrancó rockeándola y luego se convirtió en el artista que fue. ¡Un capo!».
A pesar de su pulsión por el rock, tuvo una curiosa conexión con el género de la movida tropical. Conoció a Los Caú, grupo legendario de chamamé tropical y cumbia de los ochenta, que tenían la particularidad de pintarse la cara como lo hace KISS: «Conocí a uno de los guitarristas, quién me presentó al resto de la banda y terminaron tocando en uno de mis cumpleaños. Estuvo muy bueno, ellos me alegraron la fiesta. Por otro lado, algunos de ellos terminaron tocando conmigo en la banda de Los Evangelistas, en ‘Un Gallo para Esculapio 2’; yo tocaba la batería, mi primer amor».
Siguiendo en la misma sintonía musical, Staltari participó de la serie “Cumbia Nena” (2016, Productora Planta Alta), protagonizada por Milagros D´augero y Julia Morgado: «Esa vez hice de un representante chanta de bandas de cumbia; esas chicas son muy talentosas además de actrices y fue en una época de parate fuerte en mi trabajo. Fue una tremenda experiencia trabajar con ellas».
La humildad que lo caracteriza lo hace agradecer y ser solidario tanto en las redes como en la vida cotidiana. «La vida me dio una segunda oportunidad y no hay que olvidarse de esas cosas: eso lo tengo que hacer valer, y si el destino me puso en el camino del arte y me va bien, todo tiene que ir en dirección a quien lo necesita».
Antes de la cuarentena obligatoria producto de la pandemia mundial, Ariel daba clases de teatro en la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia de Martínez (conubano bonaerense) pero las ganas lo llevaron a crear un nuevo espacio online, junto a Marcos Horrisberger y Pablo López, llamado #tufiestactoral: una nueva oportunidad de aprender y reunirse: «El mundo como lo conocimos, se quebró; ahora van a intentar pegarlo con lo que sea, restructurarlo como alguna vez se lo conoció, pero tengo la sensación que la rajadura se va a ver… No es lo mismo un cristal intacto que uno que se cayó, y que fue remendado. Desde esa premisa, todo lo que hacíamos antes, se modificó de cara al futuro. Como todo está en pausa, primero acusé el golpe, tras un tiempo de catarsis y mirar para adentro. Interpreté que quedaban dos camino: ponerse en movimiento o esperar que la vida te lleve puesto. Como yo soy de los que pelean, decidí reinventarme y se armó una nueva propuesta que se aplica a Zoom, de forma online, y la verdad que nos está yendo muy bien porque tiene lo musical en la atmósfera más un punto de reencuentro, de reunión, contención, refugio; un lugar donde podemos sentirnos vivos y olvidarnos del contexto».
La música lo sigue acompañando y la actuación se ha reinventado como las formas de economía y ahorro, las costumbres diarias y la convivencia familiar en la que se nota cómo un actor se convierte en docente escolar o un guionista, en un experto de la cocina: «Cuando se puede, me dedico a escribir, pero cuando no, soy maestro de escuela con los hijos y un gran chef en la cocina. Los ingresos cambiaron para todos: los millonarios tienen una leve cosquilla en el dedo gordo del pie, y los que no tienen para morfar, caminan por las paredes. Yo estoy en el medio, no soy de los que le sobra nada, pero tampoco me puedo quejar».
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