Por Sebastián Duarte.
Carlos Vives acaba de editar un disco en el que va a la raíz de la cumbia colombiana y la mixtura con sonidos y estilos musicales actuales. A lo largo de su larga trayectoria, y luego de incursionar primeramente como actor, el artista nacido en la ciudad caribeña de Santa Marta supo encaminarse musicalmente como un pionero en aggiornar vallenatos y cumbias a sonidos modernos: la guitarra eléctrica fue su primer paso atrevido. Eso hizo que ganara reputación, principalmente por su actitud innovadora; además se posicionó como precursor de una ola de músicos colombianos que llegaron detrás suyo y aún en la actualidad lo tienen como referente. Con una extensa trayectoria y premios en su haber, el artista cafetero nunca detiene su estudio sobre las culturas ancestrales de su región, sin dejar de lado el avance tecnológico, que también tanto lo apasiona. En este reportaje con MDM, Vives nos habla sobre el detrás de «Cumbiana», un álbum simbólico que es el primero de una saga de tres que piensa editar en total. Sus primeros invitados de esta obra: Rubén Blades, Alejandro Sanz, Jessie Reyez, Ziggy Marley.
-Carlos Vives, siempre es un gusto conversar con vos, ¿dónde estás atravesando la cuarentena?
-¡Hola, Sebastián! Estoy en Bogotá, para servirle; en mi casa, a la órden, Sabes que tienes una casa aquí. La cuarentena la estoy pasando en casa.
-Justo aparecés con «Cumbiana», tu disco nuevo, bajo un contexto de cambios importantes a nivel global, pero vos sin embargo apelás al revisionismo de las raíces musicales.
-Sí, ya habíamos empezado a hacer promoción, habíamos viajado a España y a México cuando todo esto llegó. Alcanzamos a hacer el video con Alejandro Sanz, además de las imágenes del territorio que acompañan el arte del disco. Luego vine para casa porque no hubo tiempo para más. Al principio, como todos: asombrado con lo que estaba y está pasando en el mundo, pero adaptándonos a la situación y tratando de seguir llevando adelante el disco.
-¿Cómo conllevás esta manera de difusión absoluta a través de pantallas de computadoras o celulares?
-Las redes sociales no solamente son fundamentales, sino mucho más efectivas. Porque imagínate que uno hacía esos viajes de promoción tratando de llegar a todas las emisoras, a los periódicos, a la radio, y en realidad no llegabas a cubrir tanto; a veces el tiempo con los periodistas era tan solo para cinco minutos, viajando miles y miles de kilómetros para tan poco tiempo de conversación. Y pasabas en un trancón en una ciudad. Ahora es todo como más efectivo y tienes más tiempo, e incluso la oportunidad de hablar más y mejor de lo que uno está haciendo.
-«Cuambiana» es un retrato musical de la cumbia de tu región, aggiornada a esta época, con mixturas de músicas actuales en boga, ¿creés que en este trabajo resumís toda esa búsqueda o queda más en el tintero?
-Espectacular que me digas eso. Tiene que oir tantas cosas hasta que lo sientas. Y sí, apenas comenzamos con el primero de tres volúmenes. Este primero, cubre más o menos a este universo de «Cumbiana», pero vienen más conexiones. «Cumbiana» es el nombre que encontré para llamar a este territorio de la cumbia. Que va más allá del Caribe: todo este territorio anfibio de Colombia donde nace la cumbia y donde uno termina descrubriendo qué nace en los vallenatos y donde el jazz y la cumbia se fusionaron para hacer el porro, y además donde la cumbia tuvo hijos con África y con Europa. Tenemos todos esos ritmos que históricamente he utilizado para hacer mis canciones desde los clásicos de las provincias. En «Cumbiana» descubrí que todos venían de este territorio. Por eso en este álbum quise ser preciso. Yo me he alimentado de un mundo que se llama «Cumbiana», un territorio que en su origen era andino. Por supuesto están las montañas en el territorio y la Sierra Nevada en Santa Marta, que es la mayor «depresión» costera del mundo. Cuando yo digo andino, no soy el primero en decirlo, sino que se lo escuché expresar a un profesor, José Barros, compositor de grandes cumbias en los años ochenta. Cuando le preguntaron si la cumbia era el gran aporte de Colombia a la música afroantillana, él respondió: «La cumbia es andina». Esa vaina nunca se me salió de la cabeza porque siempre pensamos que todo el Caribe era afroantillano y que cualquier percusión o alegría que tuviera nuestra música seguramente vendría de África. Entonces trabajando en esto, me di cuenta que en el origen de nuestra música estaba un pueblo anfibio, que era una país que vivía sobre el agua y en ese territorio nació la cumbia. Después las orquestas colombianas con la revolución industrial y la vaina de los sonidos y las grabaciones, se llevaron esas orquestas a otros lados, incluso en Argentina se grabaron por primera vez muchas de esas canciones con voces de cantantes argentinos. Es que Argentina siempre fue una gran antena de la cultura, de la música y la industria musical. Pero el origen tiene que ver con esta región a la que llamo Cumbiana, tiene que ver con esta región de Río Grande de la Magdalena, con varios ríos importantes y su ciénaga donde habitaban. Todavía hoy en día están las capitales de la cumbia, más olvidadas porque el río dejó de ser tan importante para nuestro país. Llegó el avión, las carreteras y olvidamos ciudades construidas desde el 1500 en las islas de los ríos, toda una cultura de músicas: Mompós, el Banco, Ciénaga, todas esas regiones que menciono en la canciones son tierras del olvido que solamente recordamos cuando el río crece, se inunda y se jodió un montón de gente. Después no lo volvemos a pensar ni a ver.
-¿Cómo ideaste hacer foco directo en esa región para lograr esta obra nueva? Porque vos hablás principalmente de la región cercana a Santa Marta, donde naciste, en el Caribe.
-Me lo enseñó la música. Yo en el ’92 grababa baladas, hasta versionaba al argentino Charly García; quería cantar, formar parte de ese mundo.
-A ver: a vos te gustaba, en principio, mucho el rock argentino, ¿no?
-Me gusta. Es la música que más escucho. Al día de hoy tengo mis canciones favoritas, mi repertorio muy extenso y favorito, me quedé pegado ahí.
-Volvamos a la pregunta anterior…
-Ok. Para televisión hice la historia de un famoso compositor de la música vallenata, un juglar que se llamó Rafael Escalona. Como actor, yo hice la vida suya para televisión. Pero esa música desde niño la recibí en mi casa porque a Santa Marta, la ciudad donde yo nací, venían muchos de esos juglares, de quienes grabé sus canciones luego en un álbum que se llama «Clásicos de la provincia», cuya obra cuenta con dos volúmenes y aspiro hacer muchos más. A todos ellos los conocí de niño y les tenía mucho afecto porque eran amigos de papá y mamá. Entonces cuando hice esa serie ya contaba con un poquito de experiencia con la música y tenía en claro que yo quería hacer mi música moderna a partir de esa esencia. En mi época si querías hacer música local tenías que abocarte al foklore. Y si querías hacer música moderna, tenías que hacer la de otra parte. Yo me paré en un punto donde me dije: «Voy para adelante, pero agarrándome de lo de atrás».
-O sea, la música de tu tierra como columna vertebral, pero moderna.
-Claro, porque además siempre tropicalizamos nuestra música. Siempre nuestras expresiones tropicales estaban muy relacionadas a las escuelas, puertorriqueña e incluso la mexicana. No es que estoy subestimando alguna época de la música, pero lo que nosotros hicimos en un momento fue sacar patrones percutivos de la música tradicional, fueran cumbias, vallenatos, porros, chandés, chalupas y traerlos a los instrumentos como nunca se había hecho; es decir, tocar una guitarra eléctrica como yo tocaba. Antes querías cantar un vallenato de una forma típica. Uno enfrentaba una guitarra en un intento de que la música más nativa sonara más a la europea, siempre querías que nuestra música proyectara de la manera que lo hacía Cuba, y pensando, además, que todo era afroantillano. Cuando con mi banda de ese momento, en Bogotá, enfrentamos todo ese dilema, empezamos a transportar de la cumbia patrones percutivos a la guitarra, que tocamos de una manera distinta, sonaba rockero. Pero eso vino de entender a una caja que se toca en un vallenato, que posiblemente haya venido del norte de África. Fue así como decidimos hacer un nuevo sonido más rítmico. Ya tuve una actitud diferente para enfrentar un vallenato o una cumbia. Con la banda marcamos un camino que al final se transformó en el camino para muchos artistas que vinieron después de nosotros y que hoy se sigue usando. Pero no es un sonido rock prestado del inglés, argentino o americano, sino nacido de los patrones propios, que cuando tú tocas en una Stratocaster suena súper rockero. En esa época yo tenía el pelo largo, pantalones cortos, mochilas de indio, era una forma muy local. Los indios tenían el cabello largo, usaban mochilas. Es decir, nos sentíamos orgullosos de todo lo que teníamos acá en Colombia. Empezamos un sonido nuevo. Yo valoro a todos los artistas, pero nosotros encontramos un camino novedoso para hacer música moderna a partir de nuestra cumbia y vallenatos.
-Con esto de que te vestías como los indios, pienso en el arte de tapa de «Cumbiana», donde aparecés con ropas típicas sobre el río.
-Hicimos las fotos en el delta. Ahí está la ciudad de Barranquilla, la ciudad de Shakira, ahí está la desembocadura de Río Grande, es como la Nueva Orleans: si hablásemos de Mississippi: Magdalena, y Nueva Orleans: Barranquillas. Por la situación del río. Yo quise recrear con fotos allí porque al final descubrí que en las crónicas de Indias, en los libros de historia de los profesores de esa región, y viviendo en Mompoyo -hice una serie de televisión-, viví en esa isla en el Río Grande que es la cuna. Después fui descubriendo que de la cumbia se utilizaron percusiones y sus sonidos más tradicionales para los volcarlos en grupos folklóricos. Esos sonidos venían de una cultura que desapareció: hoy quedan muy poquitas familias de la cultura indígena chimila. Ellos vivían sobre el agua, algunos vivían a orillas del río en la zona de las ciénagas, las más calmas del río, en el Bajo Magdalena o en el delta. En las crónicas de Indias las llamaron El País de los Pocabuy. Que luego se creó el término «corriente pocabuyana», de la música vallenato, la cumbia e incluídos los boleros. En una época era esos grandes compositores del río. La idea del arte y del álbum era mostrar que en el origen no todo había venido de afuera, que no todos los tambores habían venido de África, de Antillas o de España, sino que en América existía este territorio que está en la base de nuestra cultura, de nuestra música. Fue olvidado por guerras, enfermedades, o no entender quiénes eran. Desde niño, cuando iba de Santa Marta a Barranquilla, veía a esos pueblos que vivían sobre el agua como si fueran muy pobres, que no tenían donde más vivir. Ellos vivían de manera empobrecida porque esos territorios los dañamos, los contaminamos, destruimos la pesca. Durante muchos años, en mi infancia, mi papá, que era médico, nos llevó una vez, porque él los atendía. Y ellos eran muy cariñosos con nosotros. Nos invitaba a comer y nos mandaban pescados a la casa. Con el paso del tiempo comprendí que esa cultura era mucho más que todo eso que pensaba. Era la última huela de un país que vivió sobre el agua y nos dejó una cultura increíble que nunca valoramos. Es por eso que me disfracé. Y te digo, me han criticado mucho porque me disfracé. Era para demostrarle algo a la gente, ya que siempre vimos a ellos en la pobreza. En Colombia siempre creímos que nuestras culturas nativas eran pobres, incluso musicalmente. Y no fue así, vivieron en mucha abundancia. Entonces lo que yo hice fue valorar esa cultura olvidada y retratamos a los mejores trabajadores del oro, porque lo fueron. Cuando hablas de los pueblos taironas y buscas en el Museo del Oro, encuentras el trabajo de hormas increíbles realizados por las culturas precolombinas colombianas. Esa región está entre Barranquilla y Venezuela, hasta Maracaibo. Eran los mayores productores de perlas: por eso me ves en las fotos con collares de perlas. Y observando a esa cultura en abundancia. De eso se trata la tapa del álbum.
-¿Que lectura tenés del reggaetón y su aporte tanto a tu obra como a nivel global?
-Tenemos una zona, que es Panamá: allí es la cuna del reggaetón. Cuando vas a buscar su origen, es allí, aunque por supuesto sabemos que Puerto Rico se transformó en la gran antena del estilo: es que por su conexión americana, siempre fue para todos los del Caribe una antena importantísima. Es Puerto Rico la que recoge todo eso que se cultivó en Panamá. ¿Y qué hay detrás del reggaetón? La música típica que nosotros llamamos vallenatos. Incluso los primeros grupos, que no se autodenominaban reggaetón en ese momento y que eran su base, usaban acordeones. En las bases del reggaetón están los cumbiones, está la cumbia, que es tanto panameña como colombiana. Es una suerte, para los que inventamos lo nuestro con cumbias y vallenatos, las máquinas que trajo consigo el reggaetón. Aunque no es un ritmo nuevo, sino es algo ancestral que el hip hop le da la oportunidad de traer a estos tiempos. A mí me fue fácil escuchar por qué Calle 13 cuando hizo uno de sus más grandes éxitos lo que utilizó fue una cumbia. «Atrévete» es el tema y lo que hay en la base, por más que la quieran llamar como quieran, no deja de ser una cumbia. Y cuando toda esa generación me empieza a buscar para que meta mis vallenatos en sus canciones, enseguida entiendo y conozco la historia del reggaetón en Panamá, quién es El General, tal cómo las chambetas en Cartagena, y el tema «El Gato Volador», antes de que existiera el género, nosotros ya lo bailábamos en Colombia. No todo lo que es urbano es reggaetón, pero sí se alimenta del dancehall, del hip hop. Antes de que llegaron de Europa a América, los indios tocaban una flauta y ya empezaban a hacer cumbia. Y aún no había llegado ni África ni Europa. Hacían unos bailes rituales que tú los lees en las crónicas de indias que están hablando de las primeras cumbias. Llegaron las guitarras de España y la gente dijo «hay esto es lo nuevo». Y seguían haciendo lo mismo pero con guitarras. Después con la Revolución Industrial llegaron los acordeones. Y la gente que antes utilizaba flautas y guitarra pusieron la mirada en el acordeón. Y el mismo sentimiento. Cuando nosotros pusimos guitarras eléctricas y aplicamos patrones de cumbia en las baterías y en los teclados para hacerlo de una nueva manera, eso fue lo del momento. Hoy cuando nos traen estos sintetizadores, máquinas, computadoras, librerías de sonidos industriales, los utilizamos para llevar el mismo sentimiento. Siento que los tiempos nos traen cosas nuevas para seguir rezando. Lo que aprendí en los últimos años con todo esto nuevo me permite seguir contando la misma historia.
-Así como planteás en «Cumbiana» un rescate del la cumbia y entrecruzarla con salsa o reggaetón, ¿te acercarás a otros estilos en las obras siguientes?
-Claro que sí. También estará la conexión con Argentina. Hay tres canciones que vienen en camino, con esta conexión «Cumbiana» con nuestros cantos, de ida y vuelta con ustedes.
-¿Qué podés anticipar?
-Auténticos… También tengo una canción que es un homenaje a Charly García, con la esperanza de que el mensaje le llegue. A lo mejor me ayudas a que se entere, aunque he hablado algunas veces con él. Sé que ahora está saliendo de su inconveniente de salud. Hay una canción que escribí para Charly, con la esperanza que la cante conmigo. Por otra parte formo parte del equipo de producción y composición junto a Soledad Pastorutti. También estamos preparando con ella algo muy especial.
-¿Cómo analizás los entrecruces culturales que se producen en el Caribe entero?
-Con ese tema que yo tengo de los Caribes, todavía pensamos que hay un solo Caribe. Incluso la generación de mi papá, que se sentía muy Caribe, se vestían muy a lo cubano: las guayaberas, los sombreros, jugaban al dominó. El Caribe colombiano tiene una connotación andina que lo hace muy particular, con una esencia. Entonces las cumbias y los vallenatos los podían grabar perfectamente los grupos de salsa en Puerto Rico o en Cuba, y también lo podían cantar los grupos de bolivianos en carnavalitos. Las cumbias también las podían cantar los andaluces en España, en sus versiones. Porque la cumbia tiene todas esas conexiones: es andina, es afroantillana, es española y es andaluz.
Para escuchar «Cumbiana» en Spotify: https://open.spotify.com/playlist/7HD0goJFLZu3YP7dhEo4FO?si=U34FwDkiSv2IPUsI26owOQ
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