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SAN SALVADOR DE BAHÍA: SU CUMPLEAÑOS 471

SAN SALVADOR DE BAHÍA: SU CUMPLEAÑOS 471

Por Pato Mano (desde Morro de Sao Paulo, Brasil).

Fundada como São Salvador da Bahía de Todos os Santos, fue la primera capital del Brasil colonial.

Hoy está cumpliendo 471 años Salvador, capital «afro» de América Latina, ciudad que es corazón geográfico e histórico de Brasil. Se dice que es la ciudad con mayor negritud del mundo, fuera de África.

Con sus misteriosas calles, sus colores vivos y su espíritu místico y sensual que enamora a cada paso, a cada instante, y para siempre.

Bahianas, con sus atuendos típicos, por las callecitas del Pelurinho.

Salvador es el corazón de Brasil en el mapa y no es casualidad. Aquí Brasil late. Late de verdad.

Donde Brasil es más Brasil

Eso me dijeron. Y eso comprobé.

Bahía es, de algún modo, la carta de presentación de Brasil. Y Salvador, su prólogo.

Por antigüedad. Y por historia, que no son lo mismo. Por su influencia africana, por su cultura afro-brasilera. Por ser la primera capital del país colonial. Por su significado en el continente. Por guardar como ninguna otra en cada rincón los rasgos más distintivos de la historia de esta nación. Por su permanente invitación a los orígenes mismos de Brasil.

Por sus mixturas, sus coloridas tradiciones, sus pictóricos paisajes, su cautivante arquitectura.

Por su Ciudad Alta y su Ciudad Baja. Por su Casco Antiguo, declarado por la UNESCO como Patrimonio Histórico de la Humanidad. Por Santo Antônio. Por el Pelourinho, ese barrio con cientos de años sobre sus espaldas y miles de casas y edificios. Coloridas casas e históricos edificios.

Salvador es mágica. En cada paso, en cada latido, en cada esquina. En la sonrisa de su gente.

Es prólogo y es contenido de Brasil.

Por su maravillosa y singular gastronomía bahiana. Por cada bendito acarajé y por cada fritura en aceite de dendé.

Por su sincretismo religioso, por sus rituales, por la superstición y por los dioses del candomblé.

El Pelurinho y sus bellezas arquitectónicas y coloridos relucientes.

Por sus iglesias, una por cada día del año. Con sus particulares historias. Sensibles, complejas, contradictorias, que cautivan incluso a quienes no depositamos la fe en ninguna religión. Por la Igreja Nossa Senhora do Rosário dos Pretos, con su cementerio de esclavos, con sus memorias. Por la Igreja de San Francisco de Asís, de estilo barroco, con más de 630 kilos de oro decorando su interior en una ciudad que conoce el hambre y la pobreza. Por la Igreja de Nosso Senhor do Bonfim y sus fitinhas atadas en señal de ofrenda. Por su catedral.

Por sus espléndidos y variados museos. Por sus artesanías. Por el Mercado Modelo.

El interior del Mercado Modelo.

Por la interminable e imponente Bahía de Todos los Santos. Por cada atardecer. Por cada puesta del sol. Por su Farol da Barra.

Y es tapa, además de prólogo y contenido, por su pintoresquismo. Por cada foto que obsequia, por cada aroma que ofrece, por cada misterio.

Por cada canción cantada. Porque Salvador siempre está presente en una canción. En el sonido de una guitarra, en el ritmo de la percusión, o de una batucada. En la cuerda del berimbau y en la compañía del pandeiro. En la capoeira, patrimonio cultural de la humanidad, con sus imposibles acrobacias. Y en Olodum, orgullo afro, estandarte de reivindicación.

Y está en cada canción de Caetano. De Gilberto Gil y João Gilberto. De María Bethania y Gal Costa. Del enorme Dorival Caymmi.

Está en sus bares. En su bohemia. En la noche de Río Vermelho. En su carnaval y en sus «tríos elétricos». En el axé de Daniela y de Ivete.

Olodum por las calles del Pelurinho.

Salvador es tapa por cada poesía y por cada cuadro pintado. Por las historias de Jorge Amado, la de sus inolvidables personajes y la de su síntesis literaria generadora de una identidad tan particular. Y por la pintura, los dibujos, las ilustraciones, los murales y las esculturas de Héctor Julio Páride Bernabó, el eterno Carybé, nacido en la Repúplica de Lanús pero adoptado para siempre por esta tierra peculiar.

El reconocido y recordado escritor Jorge Amado, en su casa, que hoy es museo

Viajando, el alma está salvada.
Salvador, Bahía, donde Brasil es más Brasil.

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