Maia Mónaco es una artista argentina multidisciplinaria que formó parte de la vanguardia y la contracultura en los ’80 en Buenos Aires: fue integrante del recordado Medio Mundo Varieté y se movió en los terrenos de la danza contemporánea, el teatro y la técnica vocal. Madre del rapero Wos, esta gran artista acaba de aparecer con «Raíz», un interesante álbum en el que mixtura y convoca a la música electrónica con sonidos ancestrales, ritmos autóctonos y vibra magnética. Entre tantas sonoridades, se aprecian instrumentos como el sitar, el swarpeti, el acordeón y el cajón peruano, que generan caracterizaciones a las composiciones, junto a la espeluznante vocalización y frases que se repiten a lo largo de las canciones.
Por Sebastián Duarte
-¿Cómo definirías a «Raíz»?
-Es un camino a la transformación prematuro en mis trabajos. Siempre tuve una conexión de lenguajes que están presentes en todas mi partes: la actriz, la bailarina, la que escribe. Y así llegué a la electrónica. Conocí a Facu Yalve y entonces se hizo síntesis todo lo que venía haciendo. Terminó siendo algo muy orgánico.
-El álbum cuenta con tu voz en estilo canto ancestral, que da forma a su música y contiene frases que se reiteran.
-No son canciones típicas, son estructuras. Laburé mucho con la improvisación, encontré placer. En el en vivo va a sonar tal como en el disco.
-La electrónica es un eslabón fundamental a lo largo de «Raíz», pero hay instrumentación típica de diferentes regiones que aparecen en uno que otro tema, ¿cómo fue elaborado?
-Facu grabó sets de instrumentos y un set exótico de instrumentos, materiales sonoros, a veces procesados y otras con sonoridad original. Hubo músicos invitados, por ejemplo en el sitar, acordéon y percusión entre otros.
-¿Cómo fue la elección de instrumentos?
-Facu se puso a disposición. Realmente se abrió a escuchar. El swarpeti, mi instrumento, que viene de la India, que se usa para cantar Mantras. A mí me remite a mujeres del desierto, muy ancestral. Él catalizó esas imágenes sonoras que yo tengo y él las llevó a su manejo con la electrónica.
Raíz en Spotify:
https://open.spotify.com/album/1ByIGwTsNPIm7MvYDgZd3C
-¿A cuándo se remonta tu relación con la electrónica?
-Cuando era chiquita, mis padres tenían discos donde ya había algo novedoso y yo sentía afinidad al escucharlos, con sus sonoridades. Después en los noventa y pico cuando fui al ciclo Experimenta conocí a músicos tecnológicos, investigadores del procesamiento de sonido en lo electrónico.
-¿ «Raíz» cuenta con todas las ideas que se te cruzaron o hubo algo de la experimentación que quedó afuera y puede que sea parte de un material posterior?
-No siento ninguna falta para con este álbum, me siento completa. Tampoco siento que haya sido algo preconcebido a transmitir un mensaje. Soy de las artistas que después de da cuenta de lo que salió. Incluso hice versiones de temas que te invitan a la calma, como Tao, por ejemplo. Los experimenté en otro terreno. El llamado de volver al origen, volver a la naturaleza en todo.
-Vos sos una artista multidisciplinaria con una extensa trayectoria, ¿cómo entrelazaste cada disciplina? ¿El yoga también forma parte de tu universo?
-Tengo un trabajo corporal. A partir de ahí se abrió puerta a lo terapéutico. Yoga, energías, centros de energía, cuencos tibetanos, la vibración del sonido: el efecto calmante, la meditación sonora (espacios). Viajé y ofrecí clases en el exterior: en un momento hice algo totalmente acústico con «Un hilo de voz». Dos veces viajé a Europa e hice entrenamientos. Y tuve una beca en Dublin, donde convocaban a artistas de otros países para entrenar a artistas locales. Fue así como me convocaron. Trabajé con escuelas de arte. Fue una experiencia fascinante.
-Formaste parte de la importante contracultura del los ’80 en Buenos Aires con Medio Mundo Varité, anduviste por espacios fundamentales como el Parakultural, ¿te seguiste viendo con pares de esa época?
-La verdad que no tengo. A veces con Eduardo Cutuli (actor), de Medio Mundo Varieté, nos cruzamos. Por otra parte hay mucha gente de esa época que ya no está, falleció. Hace poco me llamron para pedirme material para una recopilación de espectáculos vanguaristas de esa época.
-Sos la madre de Wos, el cantante de rap que más trascendió en Argentina en los últimos años, ¿lo acompañabas a las Batallas de Gallos cuando dio sus primeros pasos dentro del hip hop?
-Fue un proceso y de manera natural se fue dando. Lo impactante fue su crecimiento y lo rápido que se dio todo después de El Quinto Escalón y la Red Bull. En esta explosión de la rima, cuando iba a las plaza me parecía muy saludable. Siempre noté en él mucha certeza, claridad, un chico muy directo. Desde que él era chico jugábamos a la improvisación, la palabra, las letras. Todos tenemos eso en la familia. Y de esa manera fue Valentín (Wos) con mucha convicción. De pronto lo veía con los grandotes, que decían barbaridades, incluso hasta sobre mí. Viste que te bardean, ¿no? Una riña de palabras que finalizaba cuando la batalla llegaba a su fin.
-¿Como madre te adaptaste fácil a esa manera de comunicación dentro del terreno artístico?
-Siempre estuve presente ese espacio y él llevaba su bagaje con su estilo. Con mis dos hijos todo fue muy de manera de jugar. Hacer arte es ir jugando eternamente: una forma de vida.
-Más allá de que tus hijos participaron de «Raíz» (Wos lo hizo en Tao), ¿les pedías opiniones sobre su producción cuando lo estabas elaborando?
-Manuel, que toca la percusión y la guitarra, también participó, fue en el tema «Como el junco». A los primeros que les pedí opiniones fue a mis hijos. Es que sus criterios me encantan. Y Manu tiene mucha precisión. Le mostraba las maquetas. Mientras que Valen fue un grandísimo alentador del proyecto. Es más, cuando yo estaba un proyecto anterior al actual, Valen una vez me dijo: «No entiendo cómo puede ser que no estés cantando todo el día».
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