Santiago Molina es un músico argentino de ascendencia gallega, que difunde la música celta a través de la gaita e instrumentos como la flauta irlandesa y el tin whisties. En este reportaje habla de su reciente trabajo, «Historias», y además recorre su vínculo con la cultura de sus ancestros: tuvo la dicha de tocar la gaita frente a la Catedral de Santiago de Compostela y en la misma casa donde vivió y tocó su bisabuelo.
Por Sebastián Duarte
-¿Cómo nace tu relación con la gaita y el mundo celta?
-Antes de meterme en lo celta, antes de los que es el folclore. Estuve desde siempre en esto. Yo ya conocía la gaita. Había una que la tenía mi abuela, que era hija de un gallego. Él tocaba la gaita la gaita, la trompeta y sabía leer música. Siempre tuve contacto con el tema. Mi abuela además escuchaba música gallega. Y yo tenía 12 años cuando empecé a estudiar gaita.
-¿Ese fue tu primer instrumento?
-En realidad el primero mío lo tuve luego de un concierto al que fui al teatro bambalinas en San Telmo. Fuimos con mi abuela y mi papá. Resulta que mientras veíamos el espectáculo, mi abuela le contó a una señora que tenía sentada a su lado que yo estaba estudiando gaita. Y justamente el marido era gaitero. La señora esa fue quien me regaló la gaita.
-A ver si entiendo, ¿el marido de esa señora había fallecido y entonces te regaló su gaita?
-Sí, sí. Fue así. El hombre falleció y esa señora hacía un año que tenía guardada la gaita en un placard. Ni hijos ni nietos de ella estaba interesados en el instrumento. . Y entonces me la regaló. Empecé a practicar fuerte. Era una gaita hecha en Argentina. Al tiempo mi papá ahorro dinero y en 2002 viajamos a Galicia y compramos mi gaita hecha allá.
-¿El viaje fue para comprar la gaitta e ir tras tus ancestros?
-Conocimos Santiago de Compostela. De ahí viene mi nombre. Toqué frente a la Catedral. Después tuve la suerte de conocer a mi familia y la casa de mi bisabuelo, donde viví por unos días.
-¿Ese viaje fue crucial para que focalices en la cultura gallega y la música celta?
-Sin duda para que todo tuviera sentido. Una causa y un por qué. Mi bisabuelo hacía más de 100 años tocó la gaita en el mismo lugar que yo. Eso caló muy profundo en mí.
-¿A partir de entonces conservás las tradiciones y costumbres gallegas?
-Dicté clases en instituciones gallegas. Como pulpo, cazuelas, empanadas gallegas. Muchos antes de que empezara a tocar música celta. Mi abuela nos daba de comer platos gallegos y nos explicaba sobre cada plato. Sigo comiendo pulpo cada tanto.
-Lo tuyo no es simplemente la gaita, además tocás la flauta irlandesa y el tin whisties, ¿cómo te fuiste expandiendo y perfeccionando con otros instrumentos de viento?
-Empecé con la gaita, luego escuché música más moderna, por ejemplo a Carlos Núñez, que toca flautas, a través suyo conocí la flauta irlandesa, que tiene un sistema simple. Los irlandeses la adoptaron para su folklore, porque se la dejó solo en lo académico. Entonces ellos aprovecharon ese instrumento y le dieron una nueva vida. Se usa mucho en la música que hago, la música celta, las músicas del mundo. . A partir de la década del ’70 se empezó a emparentar y fusionar con la música balcánica, se empezó a hacer experimentos extraños para lo celta. Todo eso me llevó a investigar el folkore de Bulgaria. No era danza gallega ni irlandesa.
-¿Hiciste giras por esos lados mostrando tu música?
-Sí, mayormente viajé a Galicia. Fui a concursos de gaita solista a Galicia. Cuatro veces viajé: 2003, 2004, 2008 y 2009. después fui de gira con el grupo gallego, Trevoiro Orquesta Típica Gallega, incluso se grabó un disco. Estuvimos 20 días allá tocando. A su vez tuve la dicha de estudiar gaita, becado en la Yunta de Galicia. Y en 2016 fui a estudiar percusión, fueron 15 días intensivos, y después me fui a Burgos, donde estuve estudiando flauta irlandesa. Estuve en un campamento musical, donde conocí a mucha gente: celtistas, violinistas, etcétera. Aparte había gente de todo el mundo. Por ejemplo, un violinista de Costa Rica. A través suyo, conseguí realizar una gira por Costa Rica en 2017. Fue increíble la experiencia. La música genera vínculos que nos permite viajar de manera inesperada.
-Tus composiciones de tu reciente trabajo, «Historias», giran en torno a situaciones reales y vividas, pese a ser en clave musical, ¿te considerás autobiográfico?
-Básicamente se trata de temas instrumentales. Es difícil contar a través de una música una historia, pero tiene sentido hacerlo. Cuento muy brevemente mi historia con y a través de la gaita gallega. En el EP Historias hay un set de música tradicional irlandesa y una composición mía. Por más que sea en base instrumental y que sea difícil comprender las historias en base a ello, la obra la relaciono con mi vida.
Santiago Molina presenta «Historias» el domingo 28 de julio en Circe (Avenida Córdoba 4335, CABA) a las 21 horas.
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